Pascua, la fiesta de las fiestas

(Domingo, 05/04/2015)

¡La resurrección de Jesús es la fiesta de las fiestas! Es el núcleo del cristianismo. Sin la resurrección de Jesús se desploma. La resurrección es la respuesta dada por Dios Padre a la vida, mensaje, condena y muerte de Jesús.

A los pocos días de haber sido crucificado Jesús, se anuncia lo que es sorprendente para todos. Los evangelios nos presentan la resurrección como un acontecimiento que sorprendió a los Apóstoles. Así, cuando las mujeres les llevan la noticia de la resurrección de Jesús, los Apóstoles se toman sus palabras como un desvarío y no se las creen. Las apariciones de Jesús resucitado y el sepulcro vacío llevan a los Apóstoles a exclamar con alegría: «¡Es verdad, el Señor ha resucitado!»

El sentido pleno del acontecimiento de la resurrección de Jesús sólo es accesible a través de la fe. La afirmación «Jesús ha resucitado de entre los muertos» es la expresión de un acto de fe que incluye dentro de sí mismo un juicio razonable de credibilidad.

La resurrección de Cristo implica la continuidad de la persona, como vemos en los encuentros de Jesús con los Apóstoles, mostrando sus heridas, ofreciéndose para que las puedan tocar, comiendo con ellos. El misterio está en el hecho de que aquél que fue crucificado ahora está vivo, ha resucitado. Las huellas de la resurrección de Jesús en la historia son, siguiendo los evangelios, tres: el sepulcro vacío, la aparición a María Magdalena y a las mujeres, y las apariciones a los Apóstoles.

Lo que vivieron con Jesús antes de la Pascua y la experiencia pascual convirtieron definitivamente a los discípulos en Apóstoles, en testigos valientes del Señor. La vida nueva de Jesús se refleja en el cambio experimentado en sus discípulos: pasan del desaliento a la esperanza, de la tristeza al gozo, de la dispersión a la comunidad, de la cobardía a la valentía. Algo sucedió en el contacto que tuvieron con Jesús resucitado, vencedor de la muerte.

La resurrección de Cristo es la victoria de la vida sobre la muerte. Con él nace un mundo nuevo. Y aquí se encuentra el fundamento de nuestra esperanza y el sentido de todos los esfuerzos para alcanzar el bien, el amor, la justicia, la paz, la reconciliación. El cristianismo tiene como fundamento la fe confiada en Dios, que nos ha dado a su Hijo y nos ha prometido la vida eterna. La convicción de que ha resucitado a Cristo como primicia del mundo nuevo y como «primogénito entre muchos hermanos» nos permite esperar contra toda esperanza, en medio de todas las oscuridades y dificultades. Y nos invita a vivir la alegría de la fe para que, como nos ha dicho el papa Francisco, «no vivamos una Cuaresma sin Pascua». ¡Deseo a todos una santa y gozosa Pascua de resurrección!

  Lluís Martínez Sistach

Cardenal arzobispo de Barcelona