Mn. Josep Teixidó: «A veces podemos olvidar el por qué de lo que hacemos»
Entrevista a Mn. Josep Teixidó con motivo de su participación en el curso internacional, de formación para responsables de celebraciones litúrgicas de obispos, «Vivir en plenitud la acción litúrgica»

Encontrar el porqué de la Liturgia
El delegado diocesano de pastoral sacramental, Mn. Josep Teixidó, participó el pasado mes de enero en un curso internacional de formación para responsables de celebraciones litúrgicas de obispos, organizado por el Pontificio Instituto de Liturgia San Anselmo, en Roma, con el título «Vivir en plenitud la acción litúrgica».
¿Cuáles cree que han sido las principales aportaciones de este curso?
Muy a menudo, cuando hablamos de las celebraciones litúrgicas nos quedamos en el qué y en el cómo, pero quizás a veces podemos olvidar el por qué de lo que hacemos. No se trata, pues, sólo de saber actuar dentro de la celebración litúrgica, sino su sentido más profundo y teológico, recordando que «la liturgia es la fuente y la cima de la vida cristiana» (SC 10).
El Papa afirma en Desiderio Desideravi que la norma liturgia no es una finalidad por sí misma. ¿Cómo debemos entenderlo?
El Papa lo enmarca dentro del punto séptimo de la Sacrosantum Concilium, donde nos habla de la presencia de Jesucristo en la liturgia como el ejercicio de su sacerdocio y que lo importante no es quedarnos en la norma litúrgica como finalidad, sino que ésta nos lleva a un estadio mayor, que es la unión con Jesucristo. La liturgia es la obra pública de Jesucristo, de la salvación, que el mismo Cristo ha dejado a su Iglesia para que la celebre y es acción sagrada por excelencia y que por su eficacia no le iguala ninguna otra acción de la Iglesia (SC 7).
Los organizadores del curso afirman que la liturgia del obispo debe resplandecer por su «noble simplicidad». ¿Cómo se encuentra ese equilibrio?
Como recuerda la Sacrosantum Concilium en el número 34, son los ritos los que deben celebrarse con esta noble simplicidad y, por tanto, también el obispo, como celebrante, como sacerdote y jefe de la asamblea litúrgica que preside. La constitución Concilio Vaticano II ya lo pedía: que se celebre con signos claros, breves, evitando repeticiones inútiles. Se trata de que los signos se vean, sean conformes a la verdad y que la celebración litúrgica no se convierta en un contenedor, donde vayamos colocando cosas, elementos, ritos que distorsionan la misma celebración.