La celebración del «Sent la Creu» se une a la cruz de Ucrania

El cardenal Omella preside la vigilia de plegaria que tuvo de protagonista la cruz del arzobispo mayor de Ucrania, Sviatoslav Shevchuk

Fotografías: R. Ripoll

El pasado domingo, 26 de febrero, el arzobispo de Barcelona, Card. Juan José Omella, presidió la vigilia de plegaria con testigos y Eucaristía del «Sent la Creu», junto con los obispos auxiliares, Mons. Sergi Gordo y Mons. Javier Vilanova. La edición de este año rezó especialmente por la paz en Ucrania. Así, tuvo como protagonista la cruz del arzobispo mayor de Ucrania, Sviatoslav Shevchuk, que se conectó en directo telemáticamente. Además, ofreció su testigo el sacerdote ucraniano y rector de la parroquia de Santa Monica de Barcelona, Iurii Stasiuk, quien también ha ido al frente en su país. Explicó cómo pasó de dar solo acompañamiento espiritual a dar servicio sanitario y compartió dos cosas que ha aprendido en la guerra: «La primera es no perder nunca la esperanza, la segunda da respuesta a la pregunta «¿donde está tu Dios?», aquí, enseñando a las personas de alrededor».

El prelado ucraniano respondió en directo las preguntas que le hicieron dos jóvenes. También, señaló la comunión de la celebración, explicándolo cómo «un puente espiritual entre Kíiv y Barcelona» y recordó que, a pesar de la guerra, «podemos buscar juntos una respuesta contemplando la cruz del Señor».

Durante la homilía, el cardenal Juan José Omella situó el sentido del encuentro en el deseo de estar «más que nunca unidos a nuestros hermanos de Ucrania, que sufren y están muy cerca de nosotros con su sufrimiento, puesto que las noticias nos acercan» a su dura realidad.

La cruz d’Ucrania

Según una antigua leyenda cristiana, en el Gólgota, donde se crucificó a Jesús, había la tumba de Adam. La sangre de Salvador fluyó sobre los restos de Adam expiando el pecado original. El icono del Calvario contiene, no solo una imagen del Crucificado, sino también un recordatorio de las palabras que Jesús dijo a su Madre antes de su muerte: «Mujer, aquí tenso tu hijo», y después, dirigiéndose a Juan, el discípulo que amaba, dijo: Aquí tienes tu madre», (Jn 19,26-27). Todos somos representados por el apóstol Juan. El Señor nos confía las manos llenas de amor y ternura de la madre, porque sentimos que nos sostiene para afrontar y vencer las dificultades nuestro camino humano y cristiano. Nuestra cruz es una réplica del icono de Yuvenaliy Mokrytskyi. El autor la pintó siguiendo el modelo de la antigua cruz ucraniana «Cruz vivificante». Lo hizo a petición del Yosyp Slipyi, cuando el patriarca volvió de la cautividad siberiana.

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