Carta Pastoral Una iglesia samaritana en medio de las grandes ciudades.

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«Una iglesia samaritana en medio de las grandes ciudades». Así se titula la carta pastoral del Cardenal Sistach para el nuevo curso. Preocupado por el papel de la iglesia en un contexto eminentemente urbano, el Arzobispo de Barcelona marca las pautas de encaje y los retos a tener en cuenta en las culturas urbanas. Repasando los tres objetivos del plan pastoral de la diócesis, insiste en que las parroquias deben tener siempre sus puertas abiertas, «no pueden tener horarios rurales» ya que la ciudad es «un inmenso escaparate de puertas abiertas, comerciales y de servicios».

Una iglesia en salida

En esta carta pastoral, el Cardenal Sistach adelanta que, una vez finalizado el Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, se organizarán unas jornadas pastorales sobre esta temática que ayuden al pueblo fiel a «pensar y organizar una pastoral más urbana en nuestra archidiócesis».

Extrayendo sus propias conclusiones de la primera fase del Congreso, el Arzobispo de Barcelona considera que «la misión en las grandes ciudades pide una conversión pastoral sólida y fiel, alejada, con palabras de San Juan Pablo II, de toda ‘introversión eclesial'» y aconseja que, para evangelizar en la gran ciudad, la Iglesia debe ser «una Iglesia en salida, ni sedentaria ni autorreferencial, ni temerosa ni cerrada en sí misma».

La religión, núcleo de cultura

«Pienso que en las grandes ciudades las familias cristianas -como auténticas iglesias domésticas- deben tomar mayor conciencia de que deben ser evangelizadoras hacia muchas personas que conocen por diversos motivos y que deben ser evangelizadas», expresa el Cardenal Sistach, quien desde el principio ya anuncia que el Papa Francisco lo ha nombrado miembro del Sínodo de la Familia.

El Arzobispo de Barcelona también ha dedicado unas palabras en relación a los pobres que viven en la gran ciudad: «Hay que dejarse evangelizar por los pobres pero al mismo tiempo tenemos que evangelizar a los pobres» y propone combinar la acción a favor de los pobres «con la implicación ética en los comportamientos y la oración con la liturgia».

Puertas abiertas

Una de las ideas más recalcadas en la carta pastoral es que las parroquias, insertadas en unos hábitos y lenguaje urbanos, deben poder acoger debidamente a los ciudadanos siguiendo sus ritmos. Esto significa que las iglesias no pueden cerrar sus puertas, deben adaptarse «a estos ritmos para colocar en ellos las formas de anuncio del Evangelio». En este sentido, los sacerdotes deben ofrecer cercanía y encuentro «mediante una excelente acogida, diálogo y acompañamiento». Y es que la gran ciudad es un espacio privilegiado de encuentro con Dios, con Jesús y con el otro.