Carta dominical | «Con el agua no se juega»

Al inicio de esta Cuaresma os proponía, entre otras cosas, hacer ayuno de agua, haciendo un consumo responsable. El ayuno nos ayuda a reflexionar y valorar lo que tenemos gratis. En este sentido, os animaba a utilizar el agua con sensatez, sin desperdiciarla. Más allá del consumo racional del agua, existe un grave problema en el acceso a este bien esencial. Según datos de Naciones Unidas, a una de cada cuatro personas en el mundo no le llega agua potable en el hogar.

El 8 de noviembre de 2018, en una conferencia internacional dedicada al agua, el papa Francisco señalaba que es indispensable: promover estilos de vida responsables y solidarios que velen por lograr una ecología integral; asegurar el acceso al agua potable como un derecho que nace de la dignidad humana; y considerar el agua un bien esencial y necesario, y no un producto cualquiera, que pueda ser objeto de mercantilización.

El Santo Padre añadía: «La Santa Sede y la Iglesia están comprometidas en favor del acceso al agua potable para todos. Este compromiso se manifiesta en muchas iniciativas, como la creación de infraestructuras, la formación, la consultoría, la asistencia a poblaciones cuyo suministro de agua está en riesgo». Hay muchas entidades de la Iglesia, como Manos Unidas y Cáritas, que trabajan y ayudan a resolver este grave problema. Sin embargo, aún nos queda mucho camino por recorrer. Os invito y me invito, en la medida de nuestras posibilidades, a colaborar con nuestra limosna cuaresmal y os animo a sensibilizar nuestro entorno sobre esta situación dolorosa.

El pasado 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua con una propuesta clara: «No dejar a nadie atrás». Este lema explica que desde ahora hasta 2030 hay que conseguir el abastecimiento, la gestión sostenible y el saneamiento del agua para todos. Este objetivo queda recogido en la Agenda 2030, un compromiso aprobado por los principales mandatarios del mundo en una cumbre para el desarrollo sostenible que tuvo lugar en 2015.

Hoy en día millones de personas viven aún sin agua potable -en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en la granja, en la fábrica- y luchan por sobrevivir y prosperar. A menudo, se olvidan los grupos especialmente afectados por esta realidad: mujeres, niños, refugiados, pueblos indígenas, personas con discapacidad y muchos otros.

En un momento histórico en el que la tecnología está presente en todo el mundo para hacernos la vida más fácil y para hacer cálculos más precisos, la gente del campo continúa mirando al cielo para saber si lloverá en muchos rincones del planeta y rezan para que así sea. Recemos para que llueva lo necesario y no nos falte el agua, pero también para que lluevan muchas iniciativas que permitan hacer llegar el agua a todos los rincones del planeta.

Queridos hermanos, se debe asegurar el acceso al agua potable en todo el mundo. Es un bien esencial para la vida, un recurso natural limitado con el que no se puede jugar. Garantizar que nadie quede atrás es un reto para todos.

Card. Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

Escucha la carta dominical en la voz del cardenal arzobispo de Barcelona.