Omella: «Dios nos ha llamado para escuchar y dar luz»

La catedral de Barcelona acoge la celebración de la Vida Consagrada con el lema «Religiosos en María, esperanza de un mundo que sufre»

Fotografías: Ramon Ripoll

La Catedral de Barcelona ha sido, un año más, el escenario principal de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Religiosos y religiosas de la diócesis se han encontrado en la sede de la Iglesia que peregrina en Barcelona, ​​con el arzobispo, el Card. Juan José Omella que presidió la celebración. Entre los presentes, estaba el delegado episcopal de Vida Consagrada, el P. Juan José Moré. También, el nuevo presidente de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC), fray Eduard Rey, nombrado el pasado mes de marzo y que este año estrenaba con el cargo en la fiesta de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

«Tenemos que vivir de tal manera que nuestra vida no se pueda entender sin Dios». Con estas palabras, citadas de un referente de la Iglesia, fray Eduard inició su bienvenida a todos los presentes en el encuentro. Una cita que ya cuenta con una larga tradición, desde que Juan Pablo II Ia inauguró en 1997, para dar gracias a Dios y celebrar el don de esta forma de vida de la Iglesia.

Entender la vida con Dios

El presidente de la URC subrayó esta necesidad de vivir con este gran desafío de una vida entendida desde la concepción y entrega completa a Dios. «Un reto que nos pone el mismo bautismo a todos, y especialmente a los religiosos y religiosas», decía fray Eduard Rey.

En esta línea, el presidente de la URC señaló el lema de este año para la Jornada: «Religiosos en María, esperanza de un mundo que sufre». «María, – reflexionaba Eduard Rey- fue la primera en vivir con una vida que no se puede entender sin Dios, un modelo de vida que sólo se entiende en referencia a Dios. Por ello, se vuelve esperanza de un mundo que sufre, los pequeños de los humildes de los pobres». Tal como dijo, la celebración recuerda «la llegada de Cristo como luz que María acogió y brillará desconcertante a la cruz donde ella será al pie», añadió.

El presidente de la URC mencionó que este año se celebra el 40 aniversario de la Vida Religiosa en Cataluña, y se invita a vivir con el Foro de la Vida Religiosa que tiene como consigna: «Tengamos la mirada fija en Jesús». Un Jesús que sólo se la entiende desde el Padre, reflexionaba Eduard Rey. «Porque en Cristo encontramos la auténtica luz que ilumina el mundo, sin el cual no se entiende nada. Ojalá, – decía esperanzador – nosotros en nuestras vidas podamos dar muestra de que Él está en nosotros», añadió.

La Iglesia des de la vida consagrada

Durante la homilía, el cardenal Omella, afirmando las palabras del presidente de la URC, recordó que «lo que nos pide la gente es que «seamos testigos de Dios, porque sin él nada tiene sentido». «Si no, porque estamos aquí? – preguntaba Omella – Nos ha llamado para ser profecía de El y del futuro». Refiriéndose a los religiosos y religiosas, agradeció su ofrenda de vida a Dios. A través de los proyectos, el carisma vivido, la comunión con los hermanos … «Así se forma la Iglesia, que sin la vida consagrada no se entendería», aseguró. «Es un momento muy importante para la vida consagrada y todos los de la Iglesia diocesana hacemos un esfuerzo para acompañar a la gente». Subrayó que «nosotros tenemos que escuchar y dar luz, así como, perder más tiempo en acompañar a los otros que en hacer nosotros».

¿Qué pide el Señor?

El cardenal subrayó a los religiosos i religiosas qué pide les Señor. De entrada, el «silencio» esencial para dar testimonio y para «ser santos». Santos que se dejan llevar por las manos del Dios. En segundo lugar, «ser obreros», desde el ora et labora. Orar y mostrar a los demás el porqué. En esta línea, apuntó la necesidad de testimoniar el amor de Dios con los propios hermanos. «Escuchando, celebrando, interrogándonos con nuestro hermano de la comunidad. ¿Qué nos pide el Señor? Dios nos pide más generosidad, más radicalidad y calidad, es decir, vivir con alegría. «Que vean que estamos contentos de seguir su mundo porque Dios es un amigo que nos acompaña a lo ama y nos ama. Una joya en contradicción con aquella cruz, de la incomprensión. Pero sólo por la alegría, ya nos da sentido a la vida », añadió.

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