La religiosa secuestrada durante casi cinco años por Al Qaeda ofrece su testimonio en Barcelona
La hermana Gloria Cecilia Narváez da una conferencia Cuaresmal en la parroquia de la Inmaculada Concepción organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada
La hermana Gloria Cecilia Narváez Argoti, de la congregación de Franciscanas de María Inmaculada, estuvo secuestrada en Malí durante 4 años y 8 meses. Ha venido a Barcelona a través de Ayuda a la Iglesia Necesitada para contar su testimonio en la Conferencia Cuaresmal organizada en la Basílica de la Purísima Concepción.
La hna. Gloria ha contado cómo vivía en Malí antes de ser secuestrada por grupos yihadistas. «Teníamos un área de salud y una de maternidad, salíamos al encuentro de cualquier persona, fuera cristiana o musulmana. En la promoción de la mujer siempre teníamos 700 o más mujeres que tenían esa gran alegría de poder aprender a escribir, a leer, a sumar y a restar».
Pero según cuenta la hermana franciscana «un día todo esto quedó truncado, el 7 de febrero del 2017, cuando entraron cuatro hombres fuertemente armados. Querían llevarse a una de las hermanas, a la más joven. Entonces fue cuando yo ofrecí mi vida para que las dejaran en libertad y no les hicieran daño. Así es como comienza la pasión y el sufrimiento unidos a Jesús, que fue incomprendido, perseguido y maltratado, optó por los pobres, marginados y oprimidos y, con una actitud serena, pidió perdón y rezó por quienes lo maltrataban. Su ejemplo me fortaleció durante todo mi cautiverio», explica.
Un itinerario por el desierto
La hermana Gloria relata cómo fue el secuestro: «Hacia las 21 h nos encontrábamos todas viendo noticias, que fue cuando estos grupos fuertemente armados me pusieron una cadena en el cuello y una bomba. Así comenzó mi itinerario por el desierto».
Cuenta cómo vivía en el desierto cautiva pero a la vez sin parar de moverse de un lugar a otro. «Me cambiaban frecuentemente del grupo, trasladándome a lugares lejanos en la arena del desierto del Sáhara». Aunque fueron «interminables años de silencio y soledad» la hermana colombiana afirma que «puedo decir con certeza que mi espíritu no estuvo secuestrado, me sostuvo mi fe y esperanza contra todo desaliento». Eso fue posible porque «pude vivir toda mi espiritualidad franciscana al contemplar la naturaleza. El sol, con un calor abrasador. Los atardeceres matizados de colores. La diversidad de pajaritos, los camellos. Las noches iluminadas de estrellas. Los eclipses de Luna. Las galaxias y planetas que se desplazaban como estrellas fugaces. Y una pequeña flor en la arena del desierto árido. Dios me abrazaba con mi hermana naturaleza».
De este modo nos da su testimonio de cómo esos años en el desierto dibujaba un cáliz en la arena y adornaba su sagrario con flores que encontraba en medio del desierto. Esto le provocaba esperanza y, además, aprovechaba para hacer sus plegarias eucarísticas dando gracias a Dios. Cuando los captores lo veían le borraban el cáliz con una pala y le repetían a gritos «¡el Islam es la religión!». Aun así, afirma que «ante estallidos de bombas y constantes tiroteos, el miedo de morir en un bombardeo, escuchar los insultos de los secuestradores, además de los azotes, castigos y amenazas de muerte», la hermana Gloria recitaba los salmos, invocaba a su ángel de la guarda y rezaba a la Virgen María, recitaba el Magníficat donde encontraba consuelo y rezaba el rosario.
«Si te azotan, bendícelos y que nadie se vaya sin ver tus ojos de misericordia»
Cuenta a todos los presentes en la basílica de la Purísima Concepción como le confortaban los escritos de San Francisco de Asís, sobretodo una carta que este le dio a un superior y que decía: «Si te azotan, bendícelos, y que nadie se vaya sin ver tus ojos de misericordia». Aun así, los captores la invitaban a su conversión a los gritos de «¡El Islam es la religión!», pero la hna. Gloria todas las mañanas en su oración pedía «que Dios convirtiera sus corazones para que se dieran cuenta del mal que estaban haciendo no solo a mí, sino a muchas personas que tenían secuestradas, y muchas por la religión».
Con esto explica que en las noches se escuchaban llantos de las personas secuestradas y afirma que su cautiverio hubiera sido más fácil si se hubiese convertido, de hecho, su compañera se convirtió al Islam y la animaba a hacerlo. «Ella tenía más privilegios, más comida y espacio en las tiendas donde estábamos viviendo, pero Jesucristo lo era todo para mí y jamás renunciaría a Él». Explica cómo la fundadora de su congregación acompañó sus pasos y la animó su audacia y coraje misionero. «Con su medallita en mi pecho y su estampa en mi bolsillo pude usar las enseñanzas. Su espiritualidad eucarística me confortó y me fortaleció para ponerme en las manos de Dios agarrándome fuertemente a Él para sobrevivir en situaciones extremas. Sentí la protección especial de Dios en momentos de extrema amenaza, por ejemplo, cuando nos azotaban las tormentas de arena estaba encerrada en la tienda de rodillas mientras pasaba el temporal».
A pesar de todo el dolor y los momentos de dificultad la hermana franciscana afirma que «mi vida en cautiverio fue una experiencia de amor, esperanza y caridad».
Finalmente la hna. Gloria ha invitado a todos hoy a «continuar en la esperanza. A reconstruir nuestra vida, nuestra historia, a vivir la resurrección, la gratitud i la fe. Tenemos una nueva oportunidad de amar, de perdonar, de reconciliar, de sembrar paz para formar la fraternidad universal. Ahora soy libre para pedirles a todos que nunca más nadie esté encadenado por su fe. Dios no nos abandona jamás» ha finalizado.
El cardenal Omella, presente en el acto, recuerda que el terrorismo no es religión
Para terminar el acto el cardenal Omella dirigió unas palabras de agradecimiento a la hermana Gloria por venir a Barcelona asegurando que es un ejemplo para todos, un testimonio de fortaleza y fe en momentos de dificultad. También recordó que hay muchísimos misioneros y personas sufriendo por defender su fe y enfatizó que el terrorismo no es religión. El cardenal explicó que «ellos se amparan en la religión para hacer terrorismo y lo hacen en nombre de Dios, pero ninguna religión apoya el terrorismo».
Conoce a la hermana Gloria
La hermana Gloria Narváez es natural de Buesaco, sur de Colombia, donde nace el 25 de septiembre de 1961 en el seno de una familia católica. A los 18 años ingresa en la congregación de Franciscanas de María Inmaculada en la ciudad colombiana de Pasto. Realiza su licenciatura de Magisterio en la Universidad Mariana de Pasto. En sus primeros años de religiosa se desempeña como maestra de primaria y es enviada como misionera a Ecuador, a México y con los indígenas del Amazonas colombiano. En 2002 es enviada a Benín y en 2010 se establece en Malí.
La hermana Gloria fue secuestrada en Malí el 7 de febrero de 2017 en Koutiala, lugar en donde residía junto a otras misioneras de la orden franciscana. Según las informaciones y testimonios contados por las religiosas, los captores entraron a la vivienda de las misioneras pidiendo dinero, ya que ellos creían que eran de Europa. Sin embargo, Gloria Narváez les muestra a sus captores su pasaporte en donde constataba que era de Colombia. Ante este hecho los secuestradores deciden llevársela secuestrada al norte de Malí.
Según el gobierno de Malí, para dar con el paradero de la misionera se utilizaron varias agencias de inteligencia, entre ellas la española. El 9 de octubre de 2021 el gobierno de Malí anunció la liberación con vida de la misionera Gloria Cecilia Narváez en la frontera de Burkina Faso, después de casi 5 años de secuestro.