«La libertad de amar», la historia de Guadalupe Ortiz
Presentación del libro que glosa la figura de la futura beata laica que fundó el Opus Dei en México

El día 18 de mayo de 2019 Guadalupe Ortiz de Landázuri será beatificada. La vida de Guadalupe fue normal, feliz. Una persona proactiva, libre, que compaginó su vida con el trabajo, la familia, los amigos y Dios. “La santidad de una persona se inscribe en su propia biografía, es ahí donde echa raíces y es ahí donde se desarrolla” explica Cristina Abad, autora de su biografía «La libertad de amar».
La vida de Guadalupe
Por un suceso inesperado conoció al fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá. Aquello marcó un punto de inflexión en su vida. Allí es cuando descubrió su vocación, un proyecto que le ocuparía la vida entera.
La residencia universitaria
Guadalupe fue una de las primeras mujeres del Opus Dei. Además, en aquellos años, el papel de la mujer en la sociedad era muy limitado. En este escenario empieza a dirigir Zurbarán: la primera residencia femenina universitaria del Opus Dei en el mundo. Su objetivo era ofrecer un marco adecuado para la formación y el progreso de la mujer. En un breve periodo de tiempo Guadalupe convocó a catedráticos, expertos y profesionales que harán de Zurbarán un foco de cultura. Hoy hay más de un centenar de estas instituciones repartidas por los cinco continentes.
Su vida en México
Las primeras personas del Opus Dei, entre ellas Guadalupe, acogen el reto de abrir centros del Opus en nuevos países. En 1950, Guadalupe viajó a México donde abriró la organización en el país latino. En cinco años, aquella tierra y sus gentes conquistaron su corazón.
Viaje a Roma
Su paso por la ciudad eterna fue breve. Unos meses donde trabajó por el impulso del Opus Dei. Orientó las iniciativas apostólicas en el campo de la familia y con las personas casadas. Meses más tarde regresó a su Madrid natal.
Vuelta a Madrid
Madrid supone un nuevo escenario. Una etapa donde Guadalupe pudo retomar con más fuerza su carrera profesional. Allí tuvo que compaginar su trabajo, una extensa labor evangelizadora y la atención de su madre anciana. Tiempo más tarde, aunque el alma sigue con fuerzas, su cuerpo dice basta. Es entonces cuando llega su último adiós, una muerte que para todos parece llegar antes de tiempo.
El milagro
Para un proceso de beatificación hace falta un milagro. El milagro de Guadalupe pasó en Barcelona. En verano de 2002 Antonio Jesús Sedano Madrid, de 76 años, le aparece una lesión cutánea en el ojo derecho. Esta lesión termina siendo un carcinoma basocelular. Un tumor en una zona peligrosa.
El médico había asegurado que hacía falta una extirpación quirúrgica. Antonio cabizbajo decidió ir al Oratori de Santa Maria de Bonaigua donde acostumbraba a ir a misa. Allí se encontró una estampa para la devoción privada de la entonces sierva de Dios, Guadalupe Ortiz de Landázuri. En ese momento sintió una simpatía hacia la mujer i le pidió una curación.
Una plegaria que se extendió a sus hijos y familiares. El hombre no dudó en repartir estampas de Guadalupe. Después de invocarla Antonio se calmó se, fue a la cama y durmió toda la noche. A la mañana siguiente se despertó sereno, se miró al espejo y contempló como la lesión había desaparecido milagrosamente. Decidió ir al hospital. Allí el médico le revisó y comprobó la absoluta desaparición del cáncer por causas desconocidas. En el historial clínico quedó anotado «ha desaparecido la lesión después de rezarle a la sierva de Dios, Guadalupe Ortiz de Landázuri».