Acólitos y lectores, llamados a servir
Once seminaristas de Sant Feliu y Barcelona hacen los primeros pasos hacia el presbiterado en una celebración con el arzobispo Omella y todos los amigos y familiares
Fotografía: Samuel Gutiérrez
«No he venido a ser servido, sino a servir». Con estas palabras de Jesús, el arzobispo metropolitano de Barcelona, Mons. Juan José Omella, explicaba la misión a la que están llamados los once seminaristas que se citaron este 9 de mayo en el Seminario Conciliar de Barcelona para ser instituidos lectores y acólitos. Los seminaristas provenientes de las diócesis de Sant Feliu y Barcelona, recibían estos dos ministerios imprescindibles para los futuros sacerdotes. Jordi Domènech, Joan Mundet, Diego Pino, Vicente Martí y Xavier Muntaner pasaban al lectorado, como servidores de la Palabra de Dios, mientras que Carlos Bosch, Javier Ojeda, Carlos Pérez, Pablo Pich-Aguilera, Antoni Vidal y Agustín Vives eran instituidos acólitos, servidores del altar.
La celebración contó con la presencia de los familiares, los amigos, los docentes y de aquellos más cercanos, que no quisieron perderse este paso hacia el sacerdocio. Un momento en que, tal y como marca el ritual, los que eran nombrados lectores y acólitos recibieron el ministerio por vía del arzobispo con una oración. Seguidamente, una vez pronunciado el rezo, los lectores recibieron las Sagradas Escrituras y los acólitos las patenas, que los acompañarán en su ministerio.
Homilía
Durante la homilía el arzobispo se refirió a los llamados al sacerdocio, como servidores de Dios consagrados como tal ya «antes de nacer«. Una consagración inseparable de dos elementos: «Separación de otros usos» y «dedicación a Dios». «Separarse de y dedicarse a -dijo Omella- es decir, el ejercicio de la libertad responsable, responde a alguna realidad previa que se ha convertido en tu vida: Dios. Esta es la tarea más importante y que más nos humaniza en nuestra vida».» La libertad humana – continuó el arquebisbe- no consiste en vivir caprichosamente, ya que viviendo así el hombre no llega a ser hombre en plenitud, ni plenamente feliz, porque se margina a sí mismo en las periferias del Amor «.
El arzobispo de Barcelona añadió el punto diferenciador de este ministerio respecto a los demás, por la fe y el carisma recibidos. «Tienes una manera de ver de pensar y de actuar «no natural», que te ha dado Dios». Asimismo, pidió como servidores del Señor «humildad» hacia el hermano y «no tener miedo», porque tanto la comunidad cristiana como Dios, les dan la mano en este camino. Un recorrido que aún queda vía por hacer, pero siempre acompañados, tal como se vio terminada la eucaristía, cuando todos se reunieron en el claustro para celebrar este paso hacia el presbiterado.