100 años de vocación transformadora
La Institución Teresiana celebra el centenario de la llegada de la asociación en Cataluña siguiendo la convicción del fundador, San Pedro Poveda
Los miembros de la Institución Teresiana de Cataluña se reunieron este 11 de enero para celebrar los cien años de la llegada de la asociación al territorio catalán. Tal como dijeron, al inicio, los presidentes de las Asociaciones de la Institución Teresiana, Pilar Álvarez y Xavier Toda, celebraban la «vida». Es decir, «tantos y tantos hechos de vida, generación tras generación, que han asegurado la continuidad hasta la fecha». Asimismo, 100 años, que son resultado de un compromiso para que la vocación transformadora, tanto social y como eclesial del fundador, San Pedro Poveda, continúe presente.
El auditorio del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) quedó abarrotado por los asistentes, venidos de diferentes partes del territorio. Fue tal el éxito de convocatoria que algunos tuvieron que presenciar el acto desde las escaleras. Entre las personalidades, estaba el arzobispo de Barcelona, el Card. Juan José Omella, que acudió acompañado del obispo Mons. Antoni Vadell. También estaba el presidente de la Unió de Religiosos de Catalunya (URC), el Padre Máximo Muñoz, así como, el director de Afers Religiosos de la Generalitat, Marcelino Juan. No podía faltar tampoco, la directora de la institución en España, Camino Cañon.
Un estilo singular
Cultura, educación, realidad social, comunidad … son algunos de los conceptos que se recalcaron durante las intervenciones de las ponentes, invitadas al acto. La primera, Margarita Bartolomé, catedrática de pedagogía de la Universidad de Barcelona (UB), expuso a partir de una retrospectiva, el tema: Una Academia singular: un estilo de vida y de presencia. A partir de su intervención, expuso que tenía de propio la institución desde sus inicios. En este sentido, mencionó «un estilo de formación único, lejos de los sistemas aburridos de aprendizaje, inspirado con la alegría de Poveda presente en las academias y en los centros de la institución, con una voluntad arraigada a los nuevos tiempos». «Era un sistema que respiraba la realidad fuera de los campos – decía Bartolomé- una nueva manera de aprender, desde el personal, pero abriendo nuevos estímulos a la realidad social».»un ambiente humano que abría las puertas al diálogo y al cambio de impresiones».
Fue gracias a este sistema innovador, que la Institución arraigó en la Cataluña. También haciendo vida y creando redes con la sociedad catalana. «De esta manera -continuaba Margarita- la Institución se ha mantenido hasta hoy día con líneas que han iluminado la presencia posterior». Líneas esbozadas por el «dinamismo teresiano, el humanismo cristiano y la renovación pedagógica que hacen posible adecuarse y responder a los nuevos tiempos«.
Comunidad transformadora
Enmarcado en las palabras de Margarita Bartolomé, se expuso el tema Una comunidad educativa con vocación transformadora, de la mano de Ma. Dolores Valencia. Desde su experiencia como educadora en la Escola Arrels, creada en 1959, explicó cómo el profesorado compartía una misma vocación basada en «la verdad, un liderazgo compartido con creatividad e ilusión». Es decir, una «vocación transformadora que, no es un añadido sino una manera de hacer», aseguró Valencia. También, de acuerdo con la misión de St. Pedro Poveda y la Institución Teresiana, un proceso educativo que sigue la pedagogía de la proximidad y en el diálogo «fe-ciencia-cultura». Una vocación «capaz de ir más allá del yo propio y que forma un universo social desde el amor». Recalcando el concepto, «una manera de hacer y ser que responde al imperativo de la dignidad y derechos humanos».
Cerró la intervención resumiendo la voluntad transformadora del fundador. En palabras del propio Poveda, dijo: «El que brilla, brilla y brillará siempre es la vocación. Dadme una vocación y yo os daré una escuela, un método y una pedagogía».
De las convicciones en el Horizonte
En tercer lugar, Carmina Gómez expuso El horizonte de una Acción Socio- Cultural. Concretamente, destacó como la Institución Teresiana viene marcada por una misión basada en los pilares: diálogo, fe y cultura. En este sentido, Gómez hizo una exposición de las diferentes características que definen la acción. Una acción, orientada hacia la maduración de la persona y el desarrollo de los grupos sociales, desde jóvenes como adultos. Un método marcado en el «saber hacer con los otros» y «sujeto por trípode: responsabilidad, libertad y creatividad». Carmina soltó un abanico de valores representados como los frutos de un árbol. Por un lado, el tronco bien establecido, que representa las convicciones cristianas y en segundo lugar, como de este nace esta acción, que da pie a un horizonte.
Compromiso humano
Al final del acto, la directora de la institución, Camino Cañón intervino y agradeció la presencia de todos los asistentes. Hizo un llamamiento para pensar en la antropología. Así, invitó a pensar que significa ser humano, recordando el compromiso por las vidas humanas de Poveda.
«Este mundo de hoy es un reto para la Institución Teresiana». «Así, la entidad quiere acompañar a los jóvenes a hacer esta sociedad de futuro y acompañar a las familias«, dijo Cañón. «Deseamos que la llamada del Papa Francisco para la cultura del encuentro la hagamos todos. Así tendremos un mundo más humano y fraterno».