Palabras del Cardenal Arzobispo de Barcelona, Dr. Lluís Martínez Sistach, en la Audiencia concedida a los cardenales, arzobispos y obispos participantes en la segunda fase del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, Ciudad del Vaticano, 27 de noviembre de 2014
Querido Papa Francisco, mis primeras palabras, en nombre también de los pastores de grandes ciudades del mundo reunidos aquí, son de saludo muy cordial y de agradecimiento por su generosidad en hacer un hueco en su apretada agenda para concedernos esta Audiencia al final del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades organizado y celebrado en Barcelona.
Gracias, querido Santo Padre, por su interés y participación en la realización de este Congreso. Recuerdo muy bien la conversación que mantuvimos en las Congregaciones Generales previas al Conclave de marzo de 2013, manifestándome su interés especial por la pastoral de las grandes urbes como Cardenal Arzobispo de la gran Buenos Aires, conversación que se repitió pocos días después elegido ya Obispo de Roma y Papa Francisco, el primer Papa plenamente urbano de la historia moderna. Estas conversaciones me animaron mucho a organizar este Congreso Internacional. Gracias, Santo Padre, por el interés que siempre ha manifestado por el Congreso y por su mensaje afectuoso y cercano que ha dirigido el martes pasado al pueblo de Dios reunido con los pastores en la celebración de la Basílica de la Sagrada Familia, un acto bajo el lema “Palabra de Dios y músicas del mundo” que ha dado alabanza a Dios con la Palabra y la música. Tomamos nota Papa Francisco de estas palabras de su mensaje: “aliento a todos a seguir reflexionando, de manera creativa, sobre el modo de afrontar la tarea evangelizadora en los grandes núcleos urbanos”.
El Congreso ha tenido dos etapas. En la primera, celebrada del 20 al 22 del pasado mes de mayo, sociólogos, teólogos y pastoralistas de diversos países han analizado en nueve ponencias la realidad actual de las grandes concentraciones urbanas del mundo, el encaje del cristianismo en la ciudad y la comunicación del Evangelio en estas urbes. Asimismo, los ponentes con otros expertos en distintas disciplinas, han elaborado un documento de síntesis en el que figuran diversas constataciones, señalando unas propuestas e indicando unas conclusiones para el estudio y reflexión de los pastores.
La segunda etapa del Congreso se ha dedicado únicamente a los pastores de grandes ciudades. Venimos de cuatro continentes del mundo. Nos hemos dejado interpelar estos días por lo que nos han señalado los expertos sobre la realidad actual de las grandes concentraciones urbanas, sus retos y sus desafíos para la presencia de la Iglesia en estas urbes y para la evangelización de sus ciudadanos. Esta reflexión nos ayudará a “poner todos los medios necesarios – como nos dice en Evangelii gaudium, – para avanzar en el camino de la conversión pastoral y misionera” (N. 25).
Los Sres. Cardenales y Arzobispos del Congreso coincidimos en la utilidad de este encuentro por ser de ámbito mundial y por constatar que vivimos en un planeta mayoritariamente urbanizado, en el que el 52% de la población mundial vive en ciudades. Como bien sabe, Papa Francisco, América Latina actualmente es urbana en un 66% y en 2050 llegará al 84% y Europa es urbana en un 70% y superará el 80% el año 2050.
En los trabajos de estas dos etapas del Congreso ha estado muy presente el contenido de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, especialmente los números 71-75, que tratan de los desafíos de las culturas urbanas. Este documento programático para la Iglesia, ha sido un verdadero background teológico y pastoral del Congreso que hoy Santo Padre clausuramos en su presencia. Lo iniciamos y lo clausuramos cum Petro et sub Petro. Deseo poner de relieve la coincidencia de esta segunda etapa del Congreso con el aniversario de su exhortación apostólica, de 24 de noviembre de 2013.
Somos muy conscientes de que necesitamos, como nos dice querido Santo Padre, “reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles y en sus plazas (…) Él vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia” (N. 71). La ciudad pide ser interpretada de manera teologal y sólo en segundo lugar se requiere el análisis sociológico, social, urbanístico y económico. La Iglesia que quiera evangelizar una gran ciudad ha de ser una Iglesia en salida, ni sedentaria ni autorreferencial, ni cerrada por aferrarse a sus propias seguridades. En definitiva, una Iglesia que va a las periferias geográficas y existenciales de nuestras grandes concentraciones urbanas, una Iglesia auténticamente samaritana en medio de la ciudad.
Empeñados en la evangelización, los pastores reunidos estos días en Barcelona hemos constatado que las transformaciones de estas grandes ciudades y la cultura que expresan son un lugar privilegiado para el anuncio del Evangelio. La proclamación de la Buena Nueva de Jesús será una base para restaurar la dignidad de la vida humana en estos contextos, porque el Señor quiere derramar en las grandes ciudades vida en abundancia. Hemos constatado el calado de estas palabras del Evangelii gaudium: “Se impone una evangelización que ilumine los nuevos modos de relación con Dios, con los otros, con el espacio y que suscite los valores fundamentales. No hay que olvidar que la ciudad es un ámbito multicultural. La Iglesia está llamada a ser servidora de un difícil diálogo” (N. 74).
Un sociólogo ponente del Congreso, impactó al decirnos que “existen miles de millones de personas que viven en las grandes ciudades, buscando el apoyo de la familia y de la religión para encontrar el camino del Bien frente a las oleadas destructivas del Mal que torturan su existencia. La Iglesia católica tiene ante sí un gigantesco desafío (Manuel Castells, Berkeley-Barcelona). En su documento programático, Papa Francisco nos dice que podemos afrontar este desafío con la “Iglesia en salida, que es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (EG, 24).
Santo Padre le ofrecemos los frutos que ha dado y pueda dar este Congreso, especialmente los diálogos y reflexiones de estos días en Barcelona, las experiencias pastorales que hemos expuesto para ayudarnos mutuamente y el texto de las conclusiones que hemos preparado. Podemos decir que después de este encuentro somos obispos un poco más urbanos. Han sido unos días de oración, de trabajo, de fraternidad y de colegialidad afectiva entre nosotros. Esperamos con mucho interés sus palabras que son las del Pastor de la Iglesia extendida de Oriente a Occidente y las del que fue pastor de la gran Buenos Aires, siempre atento a las necesidades de la pastoral de las grandes ciudades del mundo.