Las culturas urbanas, un reto para la Iglesia católica

El Papa Francisco en una entrevista concedida a Il Messaggero ha dicho que “en noviembre haremos un congreso en Barcelona dedicado a la pastoral de las metrópolis”. Francisco ha estado muy presente en la preparación del Congreso.

Esta iniciativa la gesté y comencé junto al Papa y deseo concluirla junto a él. Ya tenemos audiencia concedida para el 27 de noviembre de 2014, en que un  grupo de unos 25 cardenales y arzobispos de grandes ciudades, después de haber celebrado en Barcelona la segunda fase –del 24 al 26 de noviembre-, viajaremos a Roma para poner en manos de Francisco el resultado de nuestro trabajo.

Representantes religiosos de América Latina, África y Europa han dialogado durante la primera fase del Congreso Internacional sobre la pastoral de las grandes ciudades, celebrado en Barcelona del 20 al 22 de marzo. Han participado en este encuentro nueve ponentes con una treintena de expertos y expertas de distintos continentes y doscientos congresistas. Aquellos días Barcelona se convirtió en la capital del mundo de la pastoral de las megápolis.

En su primera fase, el Congreso ha tenido un claro protagonista, que no ha sido otro que el papa Francisco y su documento programático, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que ha sido el verdadero background teológico y pastoral de este encuentro. Me atrevería a decir que, quizás por primera vez, desde una tribuna internacional de sociólogos, teólogos y pastoralistas se han identificado los presupuestos del referido documento pontificio, que es como decir el programa de Francisco.

El Congreso se movió entre tres presupuestos. El antropológico, centrado en la persona humana y en las culturas urbanas y los modos de relacionarse y de comunicarse las personas en ellas. “Es la intuición del valor de la inculturación: vivir a fondo lo humano, en cualquier cultura, en cualquier ciudad, mejora al cristiano y fecunda la ciudad (le gana el corazón)”, dijo el cardenal Bergoglio en el I Congreso Regional de Pastoral Urbana, celebrado en Buenos Aires, en agosto de 2011.

Otro presupuesto es el cristológico, centrado en la confesión de la fe en él como Señor y Salvador. “En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1Co 1,30), la cultura (y cada ciudad) pueden volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada”, dijo Bergoglio en el congreso citado.

El tercer presupuesto es el pneumatológico y eclesial, expresado en la consolación del Espíritu Santo y el testimonio y la acción de una Iglesia dialogante, servidora y samaritana, expresión de su condición maternal para con todos, en especial para con los más débiles. 

 La primera fase del Congreso ha motivado en nuestra Ciudad Condal un encuentro que se puede calificar como histórico, en especial entre representantes de la teología pastoral de América Latina (Bravo, Galli) y de Europa (Borràs, Bressan), con la tarea mediadora y anfitriona de la Archidiócesis de Barcelona.

Gracias a la participación del teólogo Carlos Maria Galli, hemos tenido acceso directo al movimiento de reflexión teológica y de praxis pastoral que viene de los años 70 del siglo pasado y del cual el Papa Francisco es un exponente visible tanto en su actuación como en su magisterio. Una teología de la liberación basada más en el eje antropológico y cultural que en el económico, sin descuidar este último, que se decanta hacia una mayor valoración de la religiosidad popular para educarla cristológicamente y enfocarla hacia la liberación social.

Necesitamos mucha humildad y mucho diálogo –dos palabras que aparecieron con frecuencia en esta primera fase del Congreso- para responder a las variadas expresiones de las culturas urbanas: espiritualidades y terapias alternativas, movimientos de reivindicación ciudadana, agrupaciones en torno a la práctica del deporte o del arte, nuevas formas de solidaridad entre vecinos y conciudadanos. Todo ello con un objetivo: poder inculturar –o encarnar, en lenguaje cristiano- la oferta de Jesucristo y de su Evangelio en lenguajes, actos y símbolos cercanos y expresivos para estas sensibilidades, conscientes de que, como afirma Francisco, hemos de contemplar la ciudad “con una mirada de fe que descubra el Dios que habita en sus hogares, en sus calles y en sus plazas”, porque Dios vive en la ciudad.

El reto puede ser también una oportunidad. Lo expresó muy claramente el profesor Manuel Castells (Berkeley y Barcelona), sociólogo de referencia, amigo y valioso colaborador del Congreso. En su ponencia de apertura nos invitó a “apoyarnos en el ejemplo y la palabra del papa Francisco. Vivir como él vive, escuchar como él escucha, obrar con decisión como él hace”. El profesor Castells impactó al decirnos que existen “miles de millones de personas que viven en las grandes ciudades, buscando el apoyo de la religión para encontrar el camino del Bien frente a las oleadas destructivas del Mal que torturan su existencia. La Iglesia católica tiene ante sí un gigantesco desafío. De cómo lo afronte depende el que sea instrumento divino para remediar el dolor del mundo, o que los humanos busquen otras sendas para su salvación cotidiana”.

Este sigue siendo el reto fundamental de nuestro Congreso. A la luz de las aportaciones que han hecho los ponentes y expertos, una treintena de cardenales y arzobispos a finales de noviembre en Barcelona reflexionaremos como incide todo ello en el servicio que la Iglesia ha de prestar a los hombres y mujeres que viven, gozan y sufren en las grandes urbes del mundo. No olvidemos que más del 50% de la población mundial vive en estas concentraciones urbanas y va en aumento.

+ Lluís Martínez Sistach

Cardenal Arzobispo de Barcelona