El Año Santo de la Misericordia

(Domingo, 06/12/2015)

El martes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, comienza la celebración del Año Santo extraordinario de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco con una bula que comienza con las palabras: «Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios Padre».

Los años santos o los jubileos ordinarios se celebran cada veinticinco años, mientras que los extraordinarios se proclaman en ocasión de algún acontecimiento particular y pueden durar desde unos pocos días hasta un año. En este caso, el jubileo se prolongará hasta el final del actual año litúrgico, es decir, hasta el 20 de noviembre de 2016, fiesta de Cristo Rey del universo. La costumbre de proclamar jubileos extraordinarios comenzó en el siglo XVI y los últimos años santos extraordinarios del siglo XX fueron los de 1933, proclamado por Pío XI con motivo del decimonoveno centenario de la Redención, y 1983, por san Juan Pablo II con motivo de los 1.950 años de la Redención.

Estas referencias nos muestran el carácter verdaderamente extraordinario de un año jubilar, que se caracteriza por unos dones espirituales especiales, sobre todo la indulgencia plenaria o remisión de la culpa de los pecados, que es también aplicable a los fieles difuntos. El papa Francisco, de acuerdo con la doctrina sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II -de cuya conclusión hará dentro de pocos días cincuenta años-, ha querido que el jubileo se celebre también en todas las Iglesias locales y que en todas las catedrales se abra también la llamada puerta santa, que es en Roma uno de los principales símbolos jubilares.

Nuestra archidiócesis de Barcelona ya está preparada para unirse a esta celebración, que se enmarca perfectamente con la pastoral misionera y evangelizadora que ha marcado nuestro caminar como Iglesia diocesana los últimos años. La misericordia de Dios es un concepto fundamental en el magisterio del Papa Francisco. Nuestra comunidad desea sintonizar con él, aplicando con toda fidelidad las disposiciones que ya ha dado el Papa. En la carta pastoral para el presente curso pastoral, que he titulado Sed misericordiosos, he recordado que todas las acciones eclesiales que hacemos los cristianos deben surgir de un corazón misericordioso. En nuestra catedral se abrirá también una puerta santa y se facilitará especialmente -y en todos los demás templos de la diócesis- la celebración del sacramento de la reconciliación.

Ya sabéis que el Papa ha concedido que durante todo el jubileo todos los sacerdotes puedan absolver en confesión el pecado del aborto. Y ha dado disposiciones especiales para que las personas mayores o enfermas, que a menudo no pueden salir de casa, puedan ganar la indulgencia jubilar desde su casa cumpliendo las condiciones habituales. También ha determinado que los cristianos y las cristianas que están en prisión puedan hacerlo en las capillas de los centros penitenciarios. Os invito, a todos los diocesanos, a entrar en esta celebración jubilar para poner en práctica las acciones de nuestro Plan Pastoral con motivo de este Año Santo y realizar las obras de misericordia, tanto las corporales como las espirituales.

  Lluís Martínez Sistach

Cardenal arzobispo de Barcelona