Carta dominical | «Por un consenso duradero en educación»

Al hablar de educación, todos estamos de acuerdo en su gran importancia, pero cuando se afrontan algunos temas concretos ese consenso se desvanece. Prueba de ello son los constantes vaivenes legislativos en la materia, que hacen pensar que ningún maestrillo quiere dejar su librillo. A veces esto puede provocar un desconcierto nada positivo.
Un buen modelo educativo debe colaborar con los padres en la misión de formar personas íntegras, fraternas, capaces de amar y de ser amadas… Exige también el respeto a la diversidad y que posibilite a cada uno alcanzar su mayor desarrollo. El respeto a la libertad no es entonces una opción política, sino una necesidad en la raíz misma de la educación. Un buen modelo educativo es el mejor camino para la cohesión social y la equidad.
En este sentido, uno de los muchos retos que afronta nuestro sistema educativo es el debate público sobre la enseñanza de la religión y el respeto a la libertad de elección del modelo educativo por parte de las familias.
En realidad, es un debate en gran parte ya resuelto por nuestro ordenamiento jurídico. El artículo 16 de la Constitución reconoce la libertad religiosa y la aconfesionalidad del Estado en el marco de la llamada laicidad positiva. En conexión con este artículo, el 27 reconoce la libertad de enseñanza al mismo nivel que el derecho a la educación y el derecho de los padres a que sus hijos reciban formación religiosa y moral de acuerdo con sus convicciones. Y los artículos 21.2 y 42.7 del Estatut de Catalunya están en esta misma línea.
En cuanto al derecho a la libertad de elección de modelo educativo, la sociedad civil tiene el derecho a pedir una educación religiosa y también a ofrecerla. Con ello, se garantiza a los padres el derecho a escoger una educación religiosa o bien un modelo que no lo sea.
La presencia de la opción religiosa en la escuela pública garantiza la neutralidad del Estado respecto al derecho de los padres a que sus hijos puedan recibir formación religiosa y moral de acuerdo con sus convicciones.
Así, pues, la libertad de elegir escuela y educación religiosa, lejos de ser un inconveniente, puede ser una solución a dicotomías innecesarias que no abordan los problemas reales de nuestro sistema educativo. Con buena voluntad, se pueden encontrar muchas fórmulas posibles que garanticen la libertad de las familias para escoger el proyecto pedagógico que prefieran: desde el modelo de un cheque escolar que no subvencione a los colegios, sino a las familias; pasando por profundizar en el actual modelo del concierto educativo en colegios; u otros modelos en que el Estado financie el 100% del coste por alumno en todos los colegios…
Ojalá seamos capaces de alcanzar un consenso duradero en el modelo educativo que acabe con las desigualdades, promueva una formación integral de los jóvenes y garantice una libertad de elección real para las familias.
† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona
Escucha la carta dominical en la voz del cardenal arzobispo de Barcelona.