Carta dominical | El espíritu integrador de las parroquias

Nuestras comunidades cada vez serán más multiculturales. Ciertamente, es un hecho que nuestra realidad social confirma cada día. Fruto de esta conciencia, las personas implicadas en la acogida de los inmigrantes vieron la necesidad de coordinarse. Fue así como en 2005 -ahora ha hecho diez años- nació la Plataforma de Entidades Cristianas con los Inmigrantes, que reúne veinte entidades cristianas con sede en nuestra diócesis. Su objetivo es triple: constituir una red de solidaridad e intercambiar información y coordinación; crear un espacio permanente para reflexionar sobre las dimensiones del fenómeno migratorio y los retos que plantea; y ser una voz cristiana pública al servicio de la convivencia, la integración social y el respeto a la dignidad trascendente y los derechos de las personas.

A lo largo de estos diez años de existencia, la Plataforma ha publicado periódicamente posicionamientos, notas de reflexión y artículos de opinión. Se han organizado debates públicos y conferencias. El objetivo ha sido sensibilizar a la ciudadanía, neutralizar prejuicios y miedos, promover actitudes favorables a la acogida y a la integración, así como influir en las decisiones políticas. En la treintena de comunicados se han denunciado problemáticas concretas como los menores y jóvenes extranjeros no acompañados (2010), los asentamiento de inmigrantes en naves industriales y otros espacios de Barcelona (2013) o las muertes por naufragio en el Mediterráneo (2013 y 2015).

Esta Plataforma cree que hay que seguir denunciando la vulnerabilidad en que se encuentran muchos inmigrantes, las leyes de extranjería cada vez más restrictivas y, sobre todo, que se deben dar a conocer las causas que provocan la inmigración y tratar de actuar sobre ellas. «En un mundo globalizado donde no hay fronteras para el dinero ni para las mercancías –declaraba recientemente el sacerdote Josep M. Jubany, delegado de Pastoral Social del arzobispado de Barcelona–, se ponen trabas a la libre circulación de personas, cuando de hecho lo único que quieren es vivir con dignidad».

Entre los años 2000 y 2009 Cataluña recibió un millón de personas extranjeras, muchas de las cuales pudieron regularizar su situación. Pero en 2007 llegó la crisis económica y una buena parte de esas personas se quedó en la estacada, sus proyectos personales o familiares quedaron rotos y muchas tuvieron que marcharse a sus países de origen o a otros países.

El reto actual es la integración de las que se han quedado o han llegado. Establecer relaciones de amistad entre comunidades es una necesidad esencial. Como arzobispo de Barcelona, veo con alegría que en muchas parroquias hay gestos concretos de acogida a las personas recién llegadas y cómo, en el caso de las que son católicas, se pueden integrar en las actividades de las parroquias y los movimientos cristianos, haciendo que sus propuestas sean tenidas en cuenta y dándoles responsabilidades.

He leído con atención como el obispo Joan Carrera hablaba con elogio de la función de integración social que hicieron muchas parroquias de la periferia de Barcelona con la inmigración interna española de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Ahora, la población inmigrada de Cataluña es más plural y más lejana culturalmente. Pero el espíritu integrador de las parroquias es el mismo. Todos juntos estamos llamados a hacer comunidad.

Que Dios os bendiga a todos.

+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

Descárgate esta carta dominical en formato audio *.mp3