¿Qué historia se esconde detrás de santa Eulàlia?

La mártir y patrona de Barcelona celebra el día 12 de febrero su festividad

Se pueden consultar los horarios de las actividades por santa Eulàlia que habrá en la Catedral de Barcelona aquí.

La batalla para obtener el patronazgo de Barcelona ha estado durante años debatida entre dos figuras que han tenido un gran papel en la ciudad condal. Una de ellas, la Virgen de la Mercè, patrona del Arzobispado de Barcelona  y que frenó la plaga de langostas de la zona en el siglo XVII.

Más discretamente, pero no menos importante, abraza la ciudad la patrona de Barcelona que cede el protagonismo a la Virgen. Estamos hablando de santa Eulàlia que, tal como dice la tradición, llora durante las fiestas de la Mercè en septiembre. Así pues, se llama que el motivo por el cual hay lluvia durante las fiestas de la Mercè es por las lágrimas de santa Eulàlia, patrona olvidada, De este modo, durante años se ha recordado esta competitividad entre patronas. Ahora bien, uno se pregunta, será competitividad o es que santa Eulàlia, desde el rincón de la discreción, va del brazo de la Virgen para cuidar de los barceloneses?

Sea como fuere, es interesante poder indagar sobre quién fue la santa mártir y patrona de Barcelona que el día 12 de febrero celebramos su festividad.

Los inicios del cristianismo

El año 304, Barcelona, denominada Barcino, era una ciudad pequeña. En Sarriá vivía una joven que se calcula que debía de tener unos trece años. El nombre de Eulàlia proviene del griego y significa «de buena habla», «que habla bien», «la bien hablada». Proveniente de una familia acomodada y cristiana, era una chica con carácter y mucha fuerza de espíritu.

Un momento clave. Nos encontramos en los años de las últimas grandes y más duras persecuciones a los cristianos. Es el año de la muerte de Cugat, el primer cristiano conocido de aquella comunidad, un norteafricano que se había establecido en aquellas costas de la Laietana. También es el año que murió santa Eulàlia.

Desde los primeros tiempos, los seguidores de Jesús se sintieron llamados para dar a conocer la Buena Nueva, el Evangelio que a ellos los había transformado. Los cristianos, durante los tres primeros siglos, vivieron en una atmósfera hostil, que tuvo momentos de particular violencia. Contra ellos se acumulaban calumnias, un hecho que ya había anunciado Jesús varias veces en el Evangelio:

«Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.» (Mt 5, 11-12)

Pero, ¿por qué eran perseguidos? La causa de la negativa cristiana era que para ellos solo había un Señor, Jesucristo, y no estaban dispuestos a mostrar sujeción absoluta a nada que no fuera este único Señor: al emperador lo podían obedecer, pero no aceptar que él fuera el amo de todo, ni convertir la nación en un ídolo situado por encima del Evangelio. Esto los convertía en un peligro público, especialmente para las autoridades.

La sangre de los cristianos corrió por todos los rincones del imperio. Hasta que resultó evidente el fracaso de este nuevo intento de erradicar el cristianismo hasta que en el año 313 (con el Edicto de Milán) el emperador Constantino cambió radicalmente de política y dio carácter oficial a la fe cristiana.

Santa Eulàlia, una mujer con carácter

Eulàlia no podía quedarse más tiempo aislada, protegida, mientras los otros hermanos y hermanas sufrían. En su corazón quemaba algo más fuerte que todas las prudencias. Salió por la noche y se presentó ante los jueces.

Exclamó: «Juez perverso, ¿por qué te sientas con esta altivez, sin temer el Dios altísimo y verdadero que está por encima de todos tus emperadores y de ti mismo?». Unas palabras que retronaron en el interior del juez. Eulàlia, continuó diciendo: «Yo soy Eulàlia, sirvienta de mi Señor Jesucristo. Y porque tengo toda la confianza en Él, no he dudado ni un momento a venir a echarte en cara tu conducta: tú desprecias al verdadero Dios que lo ha hecho todo, y pones por delante al diablo; y lo que es peor, quieres obligar, con amenazas y tormentos, a hacer lo mismo, a aquellos que adoran al Dios verdadero y esperan de Él la vida eterna».

S. Eulàlia: «¿Quién ignora que toda potestad humana pasa y es temporal como el mismo hombre que la tiene, que hoy está y mañana no está? Mientras que el poder de mi Señor Jesucristo no tiene fin ni lo tendrá nunca, porque Él es eterno».

El martirio

Ayuntamiento de Barcelona, Fiestas de Santa Eulàlia 2022

Fue desnudada y llevada a prisión, situada según dicen, en la calle Arc de Santa Eulàlia, donde se encuentra hoy en día una pequeña capilla con la imagen de la Santa. Los hombres del gobernador le arrancaron la piel con garfios, le marcaron el cuerpo con hierros ardientes, la obligaron a mantenerse en pie sobre una brasa, le quemaron los pechos, le rascaron las nalgas con piedras y le rociaron las heridas del cuerpo con aceite hirviendo. Pero cuanto más castigos le aplicaban, más impotencia acumulaban los agresores, puesto que las plegarias continuas de la chica la ayudaban a aguantar con dignidad el martirio.

El castigo más conocido, ideado por Dacià, fue introducir a Eulàlia en un tonel lleno de vidrios rotos y elementos punzantes, como cuchillos y clavos, y lanzarla trece veces rodando calle abajo. Finalmente, fue crucificada desnuda en una cruz en forma de aspa para que muriera en una postura indigna. Dicen que en este momento se produjo un milagro: cayó una nevada sobre el cuerpo de la joven, que la tapó de las miradas lascivas.

Una vez muerta, unos cristianos fueron a recoger su cuerpo, y mientras se acercaban vieron como le salía una paloma blanca de la boca. Según siempre se ha dicho, era su alma.

Los 13 gansos en la Catedral y santa Eulàlia

En el claustro de la Catedral de Barcelona hay una balsa que se encuentra cerca de un manantial. Allí descubrimos trece gansos, tantas como, según la leyenda, años tenía Santa Eulàlia cuando fue martirizada.

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