29 DE MAYO

Solemnidad de la Ascensión del Señor

«”Despegó delante de ellos; una nube se lo llevó, y lo dejaron de ver” (Hch 1,9), significa que Él ya no pertenece al mundo de la corrupción y de la muerte, que condiciona nuestra vida. Significa que Él pertenece completamente a Dios» (Benedicto XVI, Homilía 07.05.2005).

HISTORIA DE LA FIESTA

  • Siglos I-III: Se celebra dentro de la Quincuagésima Pascual, pero no como fiesta separada.
  • 300: El Concilio de Elvira critica que muchos retomen los ayunos cuarenta días después de la Resurrección (lo que demuestra que la Pascua terminaba entonces).
  • Siglo IV: Las “Constituciones Apostólicas”, y sermones de San Agustín, San León Magno y san Juan Crisóstomo, entre otros, atestiguan que ya se celebra como una fiesta separada, de acuerdo con el texto de los Hechos de los Apóstoles 1,3: Jesús se sube al cielo (es glorificado a la derecha del Padre, Juez Universal, Señor de la historia) a los cuarenta días de la Resurrección, diez días antes de Pentecostés.
  • ~395: Según la peregrina Egeria, en Jerusalén, la Ascensión y Pentecostés todavía se celebran juntas.
  • Siglo V: San Agustín (†430) afirma que el Ascensio Domini in cӕlum se observaba “toto terrarum orbe”, lo que muestra cómo en pocos años las Iglesias acabaron por asumirla como una celebración independiente. Los antiguos sacramentarios recogen sus propios formularios.
  • Edad Media: La fiesta se ritualiza con una procesión (que recuerda el desplazamiento de Jesús y los Apóstoles al Monte de los Olivos) y con el rito de apagar el cirio pascual, al terminar la proclamación del Evangelio.
  • 1570-1962: El misal de Pío V todavía recoge el rito de la Edad Media, antes de la reforma del Concilio Vaticano II.

► «Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor, día en que conmemoramos el regreso de Jesús al Padre y el momento en que Cristo nos confía la misión de extender el Reino de Dios. Gracias al testimonio de Cristo resucitado que sube a los cielos, sabemos que el abandono, la soledad, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra. Cristo resucitado que vuelve al Padre nos abre las puertas a una nueva existencia donde el amor, la alegría y la paz triunfarán» (Mons. Joan Josep Omella, 24.05.2020).

► Hoy, en la solemnidad de la Ascensión del Señor, celebramos la 56ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El lema de esta Jornada: “Escuchar con los oídos del corazón”. «A un médico ilustre, acostumbrado a curar las heridas del alma, se le preguntó cuál es la mayor necesidad del ser humano. Él respondió: «El deseo ilimitado de ser escuchado». La escucha corresponde al estilo humilde de Dios, es aquella acción que permite a Dios revelarse como Aquel que, hablando, crea al hombre a su imagen, y escuchando le reconoce como su propio interlocutor. Dios ama al hombre: por eso le dirige la Palabra, por eso «escucha» para escucharle».

También celebramos la fiesta de San Pablo VI, papa.

Pablo VI pasó por ser un papa más bien serio. Pero es bueno saber qué dice un sobrino suyo: «Se sacaba sin cumplidos la sotana, dejaba el birrete y jugaba» (Giorgio). Y, al final de la vida, después de decir que «el cristianismo no es fácil, pero hace feliz», escribió sobre la alegría: «La alegría pacificadora de la naturaleza y del silencio; del deber cumplido; de la pureza, del servicio; la alegría exigente del sacrificio». El papa 262 de la Iglesia lo fue del 21 de junio de 1963 al 6 de agosto de 1978.

En enero nieblas, en mayo aguas ciertas.

En enero nieblas, en mayo aguas ciertas.