Omella: «José Gregorio fue un auténtico testimonio de caridad, solidaridad y fe en Cristo»
La basílica de Santa María del Mar ha acogido la misa de acción de gracias por la beatificación del primer laico venezolano, el médico de los pobres
Fotografies: R. Ripoll
La basílica de Santa María del Mar ha acogido la misa de acción de gracias por la beatificación, el pasado 30 de abril, del primer laico venezolano, el Dr. José Gregorio Hernández, médico de los pobres.
Un científico comprometido con su pueblo
El beato José Gregorio nació en 1864 en el seno de una familia cristiana. Por consejo de su padre, que trabajó un tiempo como boticario en su pueblo, el Dr. José Gregorio estudió Medicina en Venezuela y completó sus estudios en Francia y en Alemania. Llegó a ser un gran biólogo y médico en su tierra y, aunque no faltaron las ofertas de empleo en Europa, quiso dedicar su vida a velar por la salud del pueblo venezolano.
El Cardenal Juan José Omella, que presidió la misa ha afirmado que «José Gregorio fue un hombre de una fe profunda. Oraba y asistía a misa diariamente. De su relación con Cristo sacaba las fuerzas que necesitaba para vivir y para sobrellevar todas las contrariedades», además ha asegurado en la misa de acción de gracias que «José Gregorio fue un hombre bueno, un auténtico testimonio de caridad, solidaridad y fe en Cristo. Sentía una gran compasión por los enfermos y vulnerables».
El médico de los pobres
El cardenal Omella también ha querido contar algunas anécdotas del beato. «El Dr. José Gregorio tenía en su consulta una bolsa llamada el «cepillo de los pobres», donde los pacientes podían tomar el dinero que necesitaran para comprar medicinas o alimentos. Tampoco cobraba la visita a los que no tenían con qué pagarle. Explican sus biógrafos que un día nuestro beato le dijo a su tía: “la mayoría de estas personas no tienen recursos; no les voy a negar la consulta y no les voy a hacer pasar por la pena de decirme que no tienen dinero. Dios ayudará”». Otra anécdota que relató el cardenal fue que «un día, el Dr. José Gregorio fue a visitar a un niño muy enfermo. Vivía en una casa humilde. Después de la visita el doctor salió de la casa y regresó al cabo de un rato cargado de alimentos, chucherías y un juguete. Habló y jugó un rato con el niño y ambos rieron. Cuando el buen doctor habló con sus padres les dio un diagnóstico claro. El Dr. José Gregorio les dijo: “su hijo tenía ’tristeza de la miseria’, pero con estas medicinas que le he dado se ha puesto bueno”».
Un beato muy querido
El Dr. José Gregorio falleció el 29 de junio de 1919. Fue atropellado por un coche cuando regresaba de comprar medicinas para una paciente. Un suceso que el cardenal Omella ha comparado con el atropellamiento de Gaudí. El entierro del Dr. José Gregorio paralizó a toda la ciudad de Caracas. El féretro fue trasladado desde su casa hasta la Catedral. Una vez allí una multitud de pacientes, de pobres y de gente del pueblo cargaron con el féretro a la vez que gritaban: «El Doctor Hernández es nuestro».
«El Dr. Hernández es de todos los venezolanos. Sin embargo, su testimonio ha ido más allá de las fronteras de su país. El Dr. Hernández es de todos aquellos que aman a Cristo y tratan de servirlo a través de los más pobres y necesitados. Su testimonio puede ser un bálsamo para curar las heridas de la crisis sanitaria y social que estamos viviendo y de manera acuciante en vuestra patria. Si seguimos su ejemplo, trabajaremos unidos por la salud y el bienestar de todos los hombres y mujeres de nuestro mundo» ha finalizado el cardenal Omella.