Mons. Vilanova: «Trabajemos para que el amor de la misericordia sea el fundamento de una nueva cultura
El obispo Javier expone la segunda predicación cuaresmal a la luz de la carta apostólica del Papa, «Patris corde»

En la imagen, Mons. Javier Vilanova durante su predicación cuaresmal con el umbraculum de fondo, un objeto litúrgico que distingue a las iglesias que tienen la consideración de basílica.
Este jueves, 4 de marzo, ha tenido lugar la segunda predicación cuaresmal a cargo del obispo auxiliar de Barcelona, Mons. Javier Vilanova. En la primera predicación repasó el primer punto de la carta apostólica del papa Francisco, Patris corde, «Padre Amado». Esta semana, ha continuado profundizando en el segundo punto «Padre en la Ternura», sobre «la ternura de Dios, presente también en la vida de San José». Ha reflexionado sobre el pecado en el si de la persona y el perdon como liberador y reflejo del amor y la misericordia de Dios.
La familia, la mejor escuela
El obispo expuso como «para Jesús, la mejor escuela para contemplar en la tierra la ternura de Dios era su familia». Por ello, invitó a los presentes a rezar por «mil y un detalles de amor y de ternura que pudieron vivir José y María con su Hijo Jesús». Una ternura fácil de imaginar, decía el obispo, ya que, cada uno puede vivirla con la propia familia. «Entre nosotros, cuando somos capaces de reflejar en nuestra vida el amor de Dios que vive en nuestros corazones», dijo el obispo.
El Pecado, en la lejanía con Dios
Por otra parte, destacó cómo aunque «Dios nos ha creado para hacernos partícipes de su amor, éste se ve afectado por el pecado». Un pecado presente cuando nos alejamos de Dios. En este sentido, Mons. Vilanova exponía cómo «el mal nos encadena, nos deshumaniza porque es rechazo del amor».
Destacó cómo a veces no somos conscientes de este pecado. Así, exponía que «la prueba del pecado se presenta en la pérdida de la paz, la alegría, la fuerza para hacer el bien, y sobre todo, la pérdida de amor y de esperanza».
El perdón, la ternura que nos libera
Del pecado, el obispo pasó a hablar del perdón, y con este el amor de Dios. Tal como dijo, «si damos un paso hacia Dios, si dejamos que Dios haga un paso hacia nuestra vida, entonces vivimos inundados por su amor». «El Espíritu de Dios saca con ternura nuestros pecados y nos libera de ellos».
«El Sacramento de la penitencia es el verdadero refugio de los pecadores, lo que todos nosotros somos», continuó el obispo. Aseguró que cuando uno participa de la penitencia, «vive un momento de humildad, pero participa de la alegría por la conversión de un pecador».
Por otra parte, destacó el «dolor» al ver aquellos que «creen que todo lo hacen bien» y no se liberaron del mal de sus corazones. «Es necesario que uno acepte sus pobrezas, es entonces cuando uno puede crecer y renacer», dijo.
Como ejemplo de Santidad y de este camino, citó Santa Teresa: «Que las almas no se desanimen, antes me cansé yo de ofenderlo que el de perdonarme». También, en palabras del Papa expuso cómo el confesarnos nos lleva a «pasar de la miseria a la misericordia».
La ternura de Dios es su Misericordia
Destacó como José y María fueron maestros para Jesús «gracias a los que vio el Amor del Padre Eterno». Centrándose en el Papa Francisco, destacó que «el Pontificado del Santa Padre podemos decir que es el Pontificado de la misericordia. El Papa nos ha dicho palabras tanto luminosas como estas: «Tenemos necesidad de contemplar la misericordia de Dios». Tal como dijo el obispo Javier, «Dios siempre mira el corazón de la persona y no las apariencias. Siempre mira con ojos misericordiosos. Miradas de misericordia y palabras de bondad que pueden hacer renacer a una persona ».
Mons Vilanova, explicó cómo el Papa le dijo, antes de ser ordenado obispo: «tenemos que trabajar para que el perdón, la misericordia de Dios llegue a todos los corazones.» «Oir esto me confirmaba la elección de mi lema episcopal» in aeternum misericordia eius» «porque es eterna su amor»- decía el obispo-. No hay nada más grande que poder experimentar el amor y el perdón de Dios. Y para un sacerdote no hay nada más grande que ser instrumento de Dios para hacer llegar al corazón de un hijo de Dios su misericordia».
Trabajar por el amor como fundamento
El obispo Javier se refirió a los sacerdotes y seminaristas, a los que animó a «priorizar el sacramento de la misericordia». Así, aseguró que «si los sacerdotes alimentamos cada día la virtud de la humildad, ésta nos ayudará a ser mejores testigos de la Misericordia de Dios recibida».
Finalmente, se dirigió a los fieles, a los que les exhortó a «trabajar para que el amor, que se demuestra en la misericordia, sea el fundamento de una nueva cultura de la vida, de la Iglesia y de la sociedad».