Mons. David Abadías celebra su primer Domingo de Ramos como obispo en la Sagrada Familia

 El nuevo obispo auxiliar de Barcelona: «Las palmas y los palmones son un signo de la alegría del corazón, son un signo del deseo de caminar con Jesús pero sobre todo de pedir a Jesús que camine con nosotros»

Fotografías: Ramon Ripoll

Las palmas, palmones y hojas de laurel han sido el paisaje del interior y exterior de la basílica de la Sagrada Familia para celebrar el primer Domingo de Ramos del nuevo obispo auxiliar de Barcelona, Mons. David Abadías. También ha sido el primero en los últimos tres años en el que la Covid-19 no ha sido protagonista.

Mons. David Abadías, ha puesto el énfasis en la importancia de caminar con Jesús en la vida cotidiana. El obispo auxiliar de Barcelona ha recordado a los fieles que «las palmas y los palmones son un signo de la alegría del corazón, son un signo del deseo de caminar con Jesús pero sobre todo de pedir a Jesús que camine con nosotros, que entre en nuestro hogar y su presencia lo llene todo de luz y de paz».

Jesús camina entre nosotros

Ha hecho hincapié con este Jesús que camina entre nosotros. «Jesús, no es alguien que pasa triunfal para ir a su palacio, sino que es alguien que camina con nosotros, nos mira a los ojos, se detiene en cada una de nuestras historias, acoge cada una de nuestras personas y se queda con nosotros. Esta es la belleza de este amor, que no viene de visita sino que viene a quedarse».

El obispo ha bendecido los ramos y las palmas, así como los corazones y las familias de los fieles presentes en la celebración de Domingo de Ramos, que simboliza la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde fue aclamado por el pueblo con ramos y palmas y representa la oportunidad de reflexionar sobre la importancia de la fe y la humildad, y para reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas.

La promesa de Cristo resucitado

Finalmente, ha destacado la promesa de la resurrección de Cristo como fuente de luz y esperanza para todos los cristianos. «Esta promesa nos recuerda que todo esto que hoy celebramos quedará transformado en la victoria del Cristo resucitado: no hay herida que no quede curada, no hay lágrima que no sea enjuagada, no hay dolor o noche profunda que no sea disipada por la claridad de la mañana de Pascua», ha concluido Mons. Abadías.

Con esta celebración, se ha iniciado la Semana Santa, un tiempo de reflexión y oración que culminará con la celebración de la Pascua.

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