Las redes sociales y los jóvenes

Como fruto del reciente Sínodo de Jóvenes, el Secretariado Interdiocesano de Juventud elabora cada mes un artículo para desgranar el mensaje que el Sínodo quiere dirigirse a toda la Iglesia. Este mes hablamos de redes sociales.

El famoso filósofo polaco Zygmunt Bauman, en una entrevista al diario El País del año 2013, afirmaba que «Todo es más fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad». No es descubrir la sopa de ajo si me atrevo a decir que las redes sociales han transformado nuestra manera de vivir, de relacionarnos, de comprender el mundo, pero de esta frase de Bauman me llama la atención que no culpabiliza a los jóvenes de este fenómeno sino que nos pone a todos en el mismo saco. Como el filósofo polaco, creo que este fenómeno es intergeneracional aunque los adolescentes y los jóvenes son el exponente máximo porque han nacido dentro de este ambiente, pero que tire la primera piedra quien cuando se va de casa y se deja el móvil no vuelve a buscarlo, o quien no pierde el tiempo cotilleando la vida de sus amistades.

Llama mucho la atención el concepto de vida, de amistad y de like en las redes sociales. Fijémonos con la red social por excelencia en este momento entre los jóvenes; «Instagram».

En Instagram todo lo que tenemos que enseñar es la wonderful life, es decir, que la vida es bonita por definición, que todo es risa y que lo que es más importante de mi red social, soy YO. El titular de la cuenta de Instagram sale casi todas las fotografías que tiene: si París la Torre Eiffel saldrá difuminada al fondo de la fotografía, en primer plano evidentemente su Ego en forma de selfie. En la vida real todos sabemos que no todo es tan bonito y que es complicado vivir y sobrevivir en nuestro mundo. La red maquilla la dureza, el esfuerzo para la vida, los modelos de esta vida light y falaz son los instagramers o influencers que son para los adolescentes y los jóvenes verdaderos modelos de éxito.

El concepto de amistad también llama la atención. Una cosa es tener amigos en la vida real y otra en la vida virtual. Conozco gente con un grupo de amistad reducido pero con un Facebook a rebosar de amistades. Lo que raya el ridículo es que cuando se encuentran por la calle ni se saludan o no establecen una conversación. Con el grupo de jóvenes me ha pasado estar todo el día con ellos de salida, haciendo grupo, y por la noche abrirme por Whatsapp y tener una conversación profunda a partir de una inquietud… es más fácil en la vida virtual (como dice Bauman) esconderse detrás de una pantalla y abrirse al otro. Pero el éxito de una persona, lo que hace que haya un antes y un después, son los likes que tiene en su post o las visitas a la insta-stories! El postureo (¡quien no ha hecho postureo!) Es el camino para conseguir likes. Quien tiene likes tiene reconocimiento. No nos atreveremos a decirle que está muy guapa o guapo, o que me gusta el peinado con le queda, pero sí le pondremos un like en su red social y listos. Vuelvo al principio del texto. Caemos en el error cuando esto lo tomamos como una crítica a los jóvenes, cuando los estigmatizamos diciendo que son diferentes a las otras generaciones… Nosotros hacemos lo mismo pero en otro grado! Toda esta generación, como todo el mundo, tiene necesidad de relaciones sólidas, de sentirse profundamente queridos, ser valorados y, sobre todo, de ser felices en plenitud. A todos ellos les debemos evangelizar, los tenemos que ofrecer la propuesta de Jesús de una manera sencilla y llena… pero lo tenemos que hacer como ellos son, como viven, como sienten, de la forma en que se relacionan…

El primer día de escuela en el centro donde trabajo haciendo clase de religión entré en una clase de tercero de ESO, me presenté, presenté la asignatura… los hice reír y, durante 60 minutos se lo pasaron bien. Cuando salí de la clase, más de la mitad de los alumnos me agregaron a la red social. Los acepté porque comprendí dos cosas: la primera, que les caí bien y eso en alguien mayor que ellos, y que es profesor, es difícil; y la segunda, que podrían seguir en directo la vida de un sacerdote sin filtros ni maquinaciones y esta sería la mejor manera de empezar un hermoso proceso de evangelización que continuará en clase, preguntando por ellos y su familia, hablando de Jesús y compartiendo con esperanza los gozos y las penas que iremos viviendo tanto ellos como yo durante los años que iremos compartiendo.

Mn. Jordi Callejón
Miembre del SIJ y Delegado de Juventud de la diócesis de Girona

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