Las campanas de Santa Lucía suenan por primera vez después de medio siglo

Centenares de personas veneran a la patrona de los ciegos y de las modistas para poder recibir su bendición

Las campanas de la Capilla de Santa Lucía suenan por primera vez después de más de cincuanta años mientras centenares de personas hacen cola para venerar la patrona en su día. La música anunciaba la misa de las 11 que se llevaba a cabo a la Catedral. El instrumento se ha rehabilitado para que vuelva a cumplir su función, después de haberse echado a perder por el paso del tiempo.

El ritual de la luz

“Que santa Lucía te conserve la vista” es la bendición que reciben los que hoy se acercan a la capilla románica para adquirir una vela y poder acariciar las reliquias de la patrona de los ciegos y de las modistas. Primero, se pasan las reliquias por los ojos de los huesos de la mártir. Después se da un beso a otra reliquia que contiene las córneas. Una vez finalizado este ritual es costumbre ir al claustro y encender un cirio, para evocar la luz que proporciona la Santa.

En busca de la vista

«¡Estas fiestas han cambiado mucho!» exclama Asunción Herrero, que trabajó como modista de joven: «nosotras veníamos todas las cosedoras a festejar Santa Llúcia a la capilla y después nos íbamos a comer fuera por Barcelona», comenta. No es de extranyar que la mayoría de personas que busquen su bendición en un día como hoy tengan un oficio que requiera de una vista de oro. La Santa es invocada como protectora de la vista y como patrona tanto de los ciegos como otras profesiones que exigen una buena visión.

La leyenda

La leyenda atribuye a esta Santa la protección de la vista: antes de matarla, le arrancaron los ojos porque se negó a dejar de ser cristiana ante el tribunal romano.

Lucía había decidido consagrar la vida a Dios, pero su madre, Eutíquia, la prometió con un hombre pagano. Para convencer a su madre que lo liberara del compromiso, Lucía pidió a Santa Ágata que le curara la disentería a Eutíquia. La dolencia se curó. Su madre accedió a cancelar la boda y repartir el dote entre los pobres.

Su pretendiente la denunció como cristiana a un tribunal romano. Fue sometida a un juicio en el que se intentó que abandonara la fe cristiana y adorara los dioses paganos. Ante la negativa, fue sometida a varias torturas y fue decapitada.

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