La instrumentalización del cristianismo para justificar los extremismos

El primer Lunes de Derechos Humanos del año reflexiona en torno a los fundamentalismos cristianos y autoritarismos

Fenómenos como Salvini, Orban, Bolsonaro, Trump o Vox han irrumpido en la escena política en todo el mundo. Después de la reciente subida a los gobiernos de dirigentes de extrema derecha que utilizan la religión como mecanismo para ascender al poder, los Lunes de Derechos Humanos ha querido adentrarse esta primera semana de enero en cómo y por qué esto se produce y qué respuesta se puede dar desde la propia religión.

El miedo como motor

Desde la modernidad, hasta medios del siglo XX la política y la religión habían estado secularizadas. ¿Pero en qué momento los límites se difuminan? ¿Cuál de estas dos es la que se expande y se traga la otra? Las dos lo han hecho (ahora y a lo largo de la historia), se utilizan mutuamente para reafirmarse. ¿Y cómo la extrema derecha ha utilizado la religión? “Abogar por valores religiosos parece que da seguridad porque la Religión es sagrada”, explicaba el Doctor en Teologia i professor de la Universidad Católica de Bolivia, Víctor Codina. “Es en momentos de miedo y cambio, pues, cuando la población se aferra a las corrientes que defienden la religión”.

Los fundamentalismos como tal no surgieron hasta la primera década del siglo pasado en los Estados Unidos. Pero se refería a un grupo relativamente pequeño que reclamaba una mirada literal de la Biblia. “No tenían interés en entrar en la vida pública: la arena política contaminaba; más bien intentaban hacer una vida retirada”, explicaba la profesora de sociología de la UAB y directora del grupo de recerca ISOR, Mar Griera, “muchos ni siquiera votaban”.

Después de tres siglos de dura persecución contra el cristianismo, en el siglo IV Constantí y Teodosi acogieron la religión y la convertieron en oficial con la esperanza de unificar todo un imperio en constante conflicto. Este fue el primer intento de fundir las dos fronteras.

Una evolución exógena

Las comunidades religiosas fundamentalistas mutaron y renacieron en diferentes espacios con la voluntad de florecer públicamente. Entre otros grupos de protestantes y católicos que han tenido y tienen una presencia pública y política relevante, se diferencian tres corrientes de movimientos religiosos conservadores que han tenido más impacto en las últimas décadas. Los primeros fueron los cristianos evangélicos nordamericans, seguidamente  del pentacontalisme del Christ Revival y, finalmente, el Cristianismo Ortodoxo. Todas ellas tenían dinámicas que imitaban los movimiento sociales, efervescentes emocionalmente, con marchas y manifestaciones que tenían por objetivo defender ciertas concepciones sobre el que se denomina las políticas del cuerpo: aquellas que tienen que ver con la gestión del cuerpo, la vida y la muerte.

El triunfo del populismo de derecha radical

“¿Qué papel juega el cristianismo radical en una Europa teóricamente secularizada donde el populismo de derecha radical crece exponencialmente?”, respondía Griera. Es un tipo de derecha que respeta la democracia proceduralment, pero destruye las formas de democracia (si se entiende como un espacio de participación igualitaria).

Por un lado, los datos estadísticos de voto demuestran que estar muy implicado en una comunidad cristiana de una vacuna contra la extrema derecha. Por otro lado, el voto de extrema derecha va vinculado a un tipo de cristianismo nominal con posturas muy radicales como el rechazo del inmigrante. Esta población en crecimiento que sustenta de una forma más determinante el voto de la extrema derecha se declara cristiana en términos culturales. Se definen como cristianos por tradición y su vinculación con la cultura europea, pero no intiman profundamente con la religión. Esta reciente realidad ya fue anunciada por el politólogo Samuel Phillips Huntington en el 1993 bajo el término  choque de civilizaciones: es necesario vivir en sociedades separadas para poder preservar las diferentes culturas mundiales. Ya no se trata de un racismo étnico y biológico, sino de carácter cultural. Paradójicamente, esta Europa laica recupera la idea de la ciudad judeocristiana que vehicula esta separación, en la que si se mezcla con las otras culturas se contamina.

Volver al espíritu 

“En momentos de caos, el espíritu Santo actúa”, manifestaba Codina. En momentos de crisis es cuando la religión se endurece, pero inmediatamente después surge una contrarreacción, que Codina atribuía como teólogo a la aparición del espíritu santo, que aboga por una Iglesia más solidaria y de cura al prójimo. Esta fluctuación es muy clara al observar los diferentes concilios. El útlimo, el Concilio Vaticano II apostó claramente hacia una Iglesia más progresista, con una actitud más abierta y tolerante, que al final no deja de ser un recordatorio del mensaje más primitivo y esencial del cristianismo.

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