II Jornada Mundial de la Pobreza a la Catedral

El cardenal Omella pide ser las manos, los ojos y los oídos de Dios para luchar contra la pobreza mundial

II Jornada Mundial de la Pobreza en la Catedral de Barcelona. Un día que sirvió para tomar conciencia de todos los errores. También para proponer soluciones para poder mejorar la vida de los 821 millones de personas que sufren hambre crónica. Tomando conciencia que el 98% de estas personas viven en países en desarrollo y el 70% de estos son mujeres.

Un encuentro a la catedral para luchar contra la pobreza que presidió el arzobispo de Barcelona, Card. Juan José Omella. Donde la feligresía participó para rogar por aquellos que viven en situación de vulnerabilidad o pobreza. El cardenal ha recordado las palabras del Papa Francisco por la jornada mundial de la pobreza. “Hay que buscar la raíz del mal, que está en la injusticia de nuestro mundo”.

La solidaridad

El arzobispo de Barcelona aseguraba que “tenemos que pedirle al Señor que nos cambie el corazón para hacernos más humanos y más solidarios”. Lo ha recalcado durante su homilía ante toda la feligresía presente en la Catedral de Barcelona.

Dios no tiene manos, no tiene ojos, no tiene oídos, pero tiene nuestras manos, nuestros ojos y nuestros oídos

Con estas palabras Omella pedía a todos los presentes aquella solidaridad, aquella ayuda hacia los más necesitados enalteciendo el ejemplo de todas aquellas personas que denuncian a la vez que anuncian. Denunciando las injusticias a la vez que anuncian que el corazón está hecho para estimar y compartir con los otros.

Vamos consiguiendo cada día una sociedad más justa, más en paz y más en libertad

Los tres verbos del pobre

El primero de todos es el de “gritar”. El pontífice, en sus palabras, no deja de lado el examen de conciencia. Explica que, en esta Jornada, nos tenemos que examinar “para darnos cuenta si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres”. Así, en este “gritar”, recomienda el silencio. A pesar de que parece antagónico, Francisco relaciona los dos mensajes. Lo hace justificando el silencio como “la escucha que necesitamos para poder reconocer su voz” (la de la pobreza). Aun así, no deja de ser un reto. Explica el Papa: “Se está tan atrapado en una cultura que obliga a mirarse al espejo y a cuidarse en exceso” que esta nos lleva a “quedar satisfechos sin haber tomado compromiso”.

“El Señor, dice el salmista, no sólo escucha el grito del pobre, sino que responde”. “Responder“, es decir, un grito que tenemos la misión de “hacerlos ver que no ha caído en el vacío”. El mensaje que Francisco inscribe en los cristianos es el de “no limitarse a una forma de asistencia”. Al cristiano se le exige una “asistencia amante que honra al otro como persona y busca su bien”.

Siguiendo con la concisión de su mensaje, Francisco afirma que “la pobreza no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia”. Por lo tanto, tenemos  que “liberar“. Ante este hecho, subraya el llamamiento del individuo y la comunidad a “ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres”.

Datos sobrecogedores

821 millones de personas con hambre crónica. Un dato sobrecogedor. Esto se agrava al saber que: Sólo 42 personas poseen la mitad de la riqueza del mundo. Además el 1% de los habitantes del planeta acumula tanta riqueza como el 99% restante. Desigualdad y inequidad que hay que recordar y poner de relieve para poder llegar a cambiar estas algún día. Según datos de Manso Unidas se sabe que se pierden o malgastan en 1300 millones de toneladas de alimentos. Una cifra que podría alimentar 3.000 millones de personas.

Según Cáritas Catalunya, el 33,7%  de familias y personas atendidas no tienen una vivienda digna. Un dato que pone en manifiesto el impedimento para acceder a un alquiler asequible. Además, el 80,8% de estas personas con edad laboral están en paro. A pesar de que tener un trabajo no representa nada hoy en día, puesto que el 12% de los trabajadores catalanes está al umbral de la pobreza a pesar de trabajar.

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