El derecho a una muerte digna ¿De qué hablamos?
Los Lunes de los Derechos Humanos abre Febrero hablando de cómo se vive la muerte en la actualidad y de la dificultad al gestionarla en una sociedad que la esconde
«El derecho a una muerte digna ¿De qué hablamos?» Es el título de la ponencia que se hizo en Cristianismo y Justicia en la nueva sesión de febrero de los Lunes de los Derechos Humanos. Mireia Prats, presentadora de TV3 y profesora de la Blanquerna, moderó la mesa, acompañada de dos expertos, a quienes los lanzó las siguientes cuestiones: ¿Se puede relacionar la dignidad con la muerte? ¿Cómo la vivimos en España? ¿Cómo podemos hacer digna una muerte que culturalmente a priori concebimos como implícitamente indigna?
La ley de eutanasia
Hasta hace poco no había una ley que regulara la Eutanasia. «Los países más próximos que cuentan con esta regulación son los Países Bajos, Suiza y Bélgica», afirmaba Mireia Prats. Desde el nuevo Gobierno de Coalición ha habido un intento reiterado de poner en orden esta cuestión. La ley de eutanasia será la primera medida que tramitará el Congreso de los Diputados esta legislatura, según avanzó a finales de enero la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra. Las encuestas facilitadas por Mireia Prats revelan que un 87% de la población está de acuerdo.
Una muerte desculturalizada
Pero regular la eutanasia no es sinónimo de regular una muerte digna. «De hecho, la sociedad está más cómoda con una regulación legal que con un discurso filosófico o religioso, respecto a todo el que significa la muerte», reflexionaba la médica y directora general del Instituto Borja de Bioética (URL), Montse Esquerda. La sociedad actual occidental no acerca la vida a la muerte y esto crea graves problemas en la manera de afrontarla. «Queda muy lejos y cuando llega suele ser de personas muy próximas», -continuaba Esquerda- , «es importante reconocer la idea de la finitud para poder hacer frente», un momento en el que los ritos y el acompañamiento de las emociones son cruciales.
Los ponentes dejaron claro que “la medicina aún no está preparada para llenar este vacío que deja la muerte. Ni siquiera los profesionales de la salud saben cómo acompañar este proceso porque no se los prepara desde las instituciones”. Según los datos facilitados durante la sesión, un 30% de los pacientes terminales mueren sin saber su estado porque no se lo han comunicado. Todos coincidieron que el silencio, consecuentemente, el miedo, por parte de los médicos para afrontar el fin es un dato que pone de manifiesto la poca formación que reciben los profesionales. “La mayoría de los médicos son grotescamente optimistas en los diagnósticos y la esperanza de vida y esto dificulta la asimilación de una realidad que llega antes de tiempo”, añadió Esquerda.
Confusión sobre la muerte asistida
Ahora mismo hay una serie de términos que ni siquiera desde la jurisdicción se tienen claros. Existe una confusión terminológica enorme. «Es necesario hablar sobre la muerte, y mucho: desarrollar claramente su lenguaje», recalcaba de nuevo Montse Esquerda. «No puede ser que todavía se hable de prácticas eutanásicas, tal como hace la última ley, de Eutanasia solo hay una». Ahora mismo, en España, están permitidas la «limitación de esfuerzo terapéutico». Cuando una persona deja escrito en sus voluntades que quiere desconectar una máquina que la mantiene en vida, por ejemplo. Y lo mismo con «sedación terminal o paliativa». Mientras tanto, la ”Eutanasia” y el “suicidio asistido” no están permitidos.
Arts moriendi
«Es muy importante acompañar a estas personas sin hacer ningún juicio», afirmaba el educador y jefe de acción social de la Escuela Pía, y voluntario de acompañamiento en la muerte, Ernest Botargues. Antes de coger de la mano las personas en su última etapa, en el voluntariado, te forman para hacer un proceso de interiorización. Botargues explicó, como intermediando este proceso, “en él se descubre el yo en relación con el tú». “Es necesario conocerse a un mismo para poder conocer al otro”, añadía.
El ponente explicó cómo se enseña a cómo hacer de la cura una relación armoniosa y para ser fiel al «arts moriendi«. El término se utilizó en referencia a la figura poética y simbólica. Deriva del nombre de dos textos interrelacionados escritos en latín que contienen consejos sobre los protocolos y procedimientos para una buena muerte y sobre cómo «morir bien», de acuerdo con los preceptos cristianos de finales de la edad Mediana.
El acto concluyó con las preguntas que el público dirigía a los ponientes y el anuncio de la próxima sesión de los Lunes de los Derechos Humanos del 3 de marzo: “Pobreza se escribe en femenino”.