El cardenal Omella pide a la Virgen de la Merced que «nos ayude a ser portadores de esperanza en nuestra ciudad»

La basílica de la Virgen María de la Merced acoge a más de trescientas personas para celebrar la solemnidad de la princesa de Barcelona concelebrada por los obispos de Sant Feliu y Terrassa i los obispos auxiliares de Barcelona

Fotografías: G. Simón

La Virgen de la Merced se ha vuelto a engalanar para celebrar su solemnidad. El arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, ha presidido la misa por la solemnidad de la patrona de Barcelona. «Que Santa María, Virgen de la Merced, nos ayude a ser instrumentos de amor y portadores de esperanza y de vida en nuestra ciudad y en nuestro mundo.», ha manifestado el prelado barcelonés durante su homilía.

La celebración litúrgica, que ha tenido lugar esta mañana ante más de trescientas personas, ha sido concelebrada por el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Mons. Agustí Cortés; el obispo de Terrassa, Mons. Salvador Cristau y los obispos auxiliares de Barcelona, Mons. David Abadías y Mons. Javier Vilanova. Entre las autoridades civiles presentes en el oficio religioso, ha destacado la presencia del alcalde de Barcelona, Sr. Jaume Collboni. En total, han asistido 17 concejales del Ayuntamiento de Barcelona y 4 tenientes de alcaldía. Además, han acudido diferentes mandos militares y policiales, así como diputados y representantes de las universidades con sede en Barcelona. También ha contado con la presencia del director general de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Catalunya, Sr. Carles Armengol.

«Una sociedad cerrada a la vida camina hacia su desaparición»

«El amor es fuente de esperanza y de vida» ha dicho el cardenal Omella. «Quizá esta falta de amor y de esperanza creciente en nuestra sociedad es la que está provocando esta gran caída en la natalidad y la soledad y desánimo que padecen muchos de nuestros mayores. Una sociedad cerrada a la vida camina hacia su desaparición».

El arzobispo de Barcelona también ha alentado a trabajar según la voluntad de Jesús. «Tenemos muchos retos, mucho trabajo por hacer, pero no tengamos miedo y hagamos todo lo que Jesucristo nos diga. Sigamos su mandamiento al amor que llena de vida y esperanza nuestra sociedad. Rogamos porque este mismo Espíritu de Dios que entró en las entrañas de María, que movió el corazón de san Pedro Nolasco, continúe hoy llamando a la puerta de nuestros corazones esperando que lo abramos y le dejemos entrar».

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