Betel’23: «Permaneced. Él lo hará»

La apuesta del Secretariado diocesano de pastoral con jóvenes, una jornada que reúne más de un millar de personas y con testigos como el de Derral Eves, cofundador y productor de ‘The Chosen’

Fotografías: Arzobispado de Barcelona / Agustí Codinach – Catalunya Cristiana

Camino hacia Betel’23 me picaba la curiosidad de conocer a dónde iba. ¿Quiénes eran los ponentes de este año? ¿A quién me encontraría? Miradas de complicidad con los que sabíamos que parábamos a un mismo punto: La Salle Bonanova. Después del éxito de la última jornada, las expectativas eran altas, pero a la vez, con aquella desconfianza insignificante y poderosa de quien ya ha vivido una buena experiencia y se quiere quedar con el sabor de boca anterior. Conformista y conformada. Aun así, al avance puedo decir que no me decepcionó. Horas antes de empezar me anunciaron el satisfactorio Sold Out. Cerca de un millar de personas. Los datos ya anunciaban que merecía la pena participar.

Sobre Betel’23

Betel’23 es la tercera edición de una jornada organizada por el Secretariado diocesano de pastoral con jóvenes del Arzobispado de Barcelona, donde gente de 18 a 30 años se reúne para vivir una experiencia de Dios a través de ponencias, talleres, música y plegaria.

Después de una presentación llevada a cabo por Jordi Massegú, responsable de Lifeteen España, se dio entrada a los ponentes que explicaron sus testigos de vida variados, sobrecogedores y alentadores. Primero fue el turno de Derral Eves, cofundador y productor de la exitosa serie The Chosen, quien después también participó de un taller. Eves subrayó la importancia de mostrar la humanidad de Jesús y su conexión con los jóvenes de hoy.

Personalmente, uno de los momentos más emotivos fue cuando tocó el turno de palabra a Claudine Uwasakindi, superviviente del genocidio de Ruanda, testigo y víctima de abusos, quien ya, desde un inicio, confesó reticencia para explicar su vivencia. «¿Donde está Dios con todo lo que he sufrido? ¿Qué testimonio de perdón tengo que dar yo, que no he perdonado a mi marido que me quiso matar, ni a mi hija, fruto del recuerdo de una violación?». Su dolor nos enmudeció. Pero después su discurso hizo un giro, identificándose con la mujer del Evangelio que sufre hemorragias, sintiendo que estaba sangrando y que necesitaba tocar el manto del Señor (Mt 9,20-22). Y no solo tocar, sino «intercambiar la mirada con Jesús». Y, con este sentido conocimiento de la Misericordia, nos animó a levantarnos y bailar.

Talleres, testimonios y adoración

Una vez acabada la primera ronda de ponencias, los jóvenes se dividieron en talleres de temáticas variadas con invitados muy interesantes, desde Carlota Valenzuela, joven que peregrinó de Finisterre en Jerusalén, como Cristina Cons, educadora afectiva-sexual u Oriol Jara, autor del libro «Diez razones para creer en Dios», entre otros ponentes.

Finalmente, se cerró el turno de testimonios con la presencia de Julio Alberto, exjugador del Barça y Marta Rodríguez, directora del Instituto de Estudios Superiores sobre la Mujer del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Ahora bien, lo que captó la atención como novedad fue el baile de máscaras de los miembros de la comunidad del Cenáculo, expresando, a través del baile, cómo Dios los ha salvado.

La jornada acabó con una adoración con música de alabanza dirigida por el obispo Sergi Gordo. Todos a los pies del quién ha sido el motivo de organizar Betel23: el Santísimo. Un momento para agradecer y encomendar las intenciones que cada uno llevaba en el corazón.

Propuesta de reto

En suma, una experiencia positiva. Con una propuesta de reto para el Secretariado diocesano de pastoral con jóvenes: abrazar, cada vez más, un variado conjunto de ponentes y asistentes, y afirmando que la Palabra no sea exclusiva para unos pocos. Betel’23 tendrá que ser el enchufe donde cargar la batería y recordar lo que se ha encargado a todos los asistentes: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 9-15). Queda un año de reposo y acción para el reto entregado, arriesgado y real de preguntarse: «Dónde es, más necesario que en ninguna parte, llevar la misericordia y el Amor de Cristo?», acompañado de la retórica activa del «Y yo, qué puedo hacer aquí y ahora?».

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