LE RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN
Catedral de Barcelona, Diumenge III de Pasqua 26 d’abril de 2020
Benvolguts bisbes auxiliars i prevere concelebrant,
Germans i germanes que seguiu l’Eucaristia des de les vostres cases, residències de gent gran, hospitals etc., a través de Ràdio Estel o del Canal Youtube de la catedral.
L’Evangeli d’aquest tercer diumenge de Pasqua ens presenta els deixebles d’Emmaús aclaparats, desorientats, plens de tristesa al cor perquè Jesús de Natzaret, a qui consideraven el Messies, ha mort en una creu com un criminal i el seu cos ha estat enterrat en un sepulcre com el de qualsevol mortal. Tot ha arribat a la seva fi, ¿per què seguir a Jerusalem? Decideixen tornar a casa, viure la vida ordinària de poble i no deixar-se il·lusionar per projectes utòpics de renovació de la societat. Saben, per experiència ben recent, que tot porta al fracàs i la desil·lusió.
L’experiència viscuda per aquests deixebles i l’actitud que mostren, em porta a pensar en molta gent que aquests dies, davant la situació que ens toca viure, tenen la mateixa sensació, es senten:
- impotents davant la pandèmia,
- tristos per tantes morts per causa del virus,
- cansats de tant estar a casa,
- amb por i angoixa davant el que ens espera després,
- desorientats perquè no poden assistir a les Eucaristies i no poden celebrar els sagraments com són les primeres comunions, confirmacions, matrimonis,
- i, alguns més desesperats, tractant d’assenyalar als culpables d’aquesta situació: els governants, els polítics, els bisbes … Fins i tot hi ha veus que arriben a preguntar on és Déu.
Sentiments i reflexions molt semblants a les dels dos deixebles d’Emmaús.
No obstant això, alguna cosa inimaginable els va succeir en el camí de tornada a casa. El mateix Jesús de Natzaret, el crucificat, el qual va ser dipositat al sepulcre, els surt a l’encontre i els diu: ¿de què parleu entre vosaltres tot caminant? [1] I, a poc a poc, amb l’art d’un veritable mestre, va anar fent que aflorés el dolor, l’angoixa, la immensa decepció que albergaven els seus cors. Jesús de Natzaret ressuscitat, el qui havia dit que no necessiten metge els sans, sinó els qui estan malalts[2], com a bon metge va aplicar el remei per sortir d’aquella situació de total desànim i recuperar l’alegria, el goig de viure. És interessant identificar el remei que aplica el Senyor:
- La escucha atenta de la Escritura
De tal manera les fue anunciada y comentanda la Palabra de Dios que llegaron a decir: ¿no ardía nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba la Escritura?[3]. Ciertamente, la Palabra de Dios es espada afilada que penetra en el corazón sanando, dando vida y esperanza.
El gran remedio a nuestro malhumor, desesperanza,… es leer la Palabra de Dios en actitud orante. Sí, la Palabra de Dios, los mismos Salmos, nos iluminan sobre las situaciones de la vida. En la oración se sosiega el corazón, la persona se relaja y se abandona en los brazos de Alguien que sabemos que nos ama y cuida de nosotros. Gracias al descanso en el Señor, las cosas se ven y se viven de otra manera. En la oración se calienta y se anima el corazón como les sucedió a los discípulos de Emaús.
- La participación en la Eucaristía
Jesús acepta la invitación a quedarse con ellos compartiendo su mesa. Toma el pan, lo parte y … en ese momento se les abrieron los ojos y le reconocieron[4]. La Eucaristía vivida con fe es lugar privilegiado para encontrar al Señor, para dejarse encontrar por Él.
Sí, La Eucaristía es el pan que nos alimenta. Y la pregunta que mucha gente me hace en estos días es: ¿cuándo podremos volver a participar presencialmente de las Eucaristías?
Estamos deseando poder volver a los templos y rezar juntos, escuchar juntos la Palabra de Dios y alabar juntos al Señor. Ojalá sea pronto. Es vuestro deseo y el mío.
Como Obispo de esta diócesis y como presidente de la Conferencia Episcopal Española he hecho esta petición al Gobierno. Estamos trabajando conjuntamente en ello. Hemos de ser pacientes, rezar por nuestras autoridades y colaborar con ellas, y, todo ello, con el fin de evitar nuevos contagios, especialmente de las personas con más riesgo. Estamos ante un virus con una gran potencia de contagio.
Mientras tanto, por favor, no perdáis la paz. Sabéis perfectamente lo que nos enseña el Catecismo: que se entra a formar parte de la familia cristiana a través del bautismo sacramental, del martirio (o bautismo de sangre) y del bautismo de deseo. (CIC 1257-1261)
Eso mismo sucede con la Comunión: existe la Comunión de deseo, que se llama Comunión Espiritual. Algunos dicen que no es lo mismo y es verdad. Pero mirad lo que santo Tomás de Aquino, el Doctor eximio de la Eucaristía, llega a afirmar de la comunión espiritual: «Es tal la eficacia de su poder que con sólo su deseo recibimos la gracia, con la que nos vivificamos espiritualmente»[5].
Y, abundando sobre ello, decidme, cómo entender el milagro que hace Jesús cuando el Centurión romano le pide que cure a su criado «que está en cama paralítico y sufre mucho» (Mt 8,7). Ante dicha petición Jesús responde con convicción: «Voy yo a curarlo».
Pero, recordad el pasaje,… el centurión no le deja ir y le responde, como nosotros en cada Eucaristía: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya y mi criado quedará sano» (Mt 8,7). Jesús, admirado de su fe le responde: «Vete, que te suceda según has creído» (Mt 8,13). Y acaba el relato de Mateo: «Y en aquel momento se puso bueno el criado».
¿Es que el señor no puede entrar en verdad en tu corazón cuando haces la comunión de deseo? Para Dios no existen las barreras de la distancia, de las puertas. Él puede entrar en tu corazón si lo invocas con fe y deseas de veras que Él entre hoy en tu casa y te cure.
Los de Emaús le reconocieron al partir el pan. Abramos nuestros corazones y acojamos al Señor que se acerca a nosotros hoy también a través de esta Eucaristía.
- La comunidad de hermanos
Los de Emaús habían optado por alejarse del grupo de los seguidores de Jesús. Al encontrarse con Él sienten la necesidad imperiosa de volver con los once, de ir a comunicarles que Cristo sigue vivo y que lo han visto. De esta manera quedan vinculados para siempre al grupo de los que han visto al Señor resucitado.
El verdadero seguidor de Cristo queda vinculado afectiva y efectivamente a una comunidad. Se siente gozosamente vinculado a ella. Esa comunidad es la Iglesia. Renegar de ella, o alejarse de ella, es perder la vinculación a Cristo porque como nos decía obispo San Cipriano de Cartago: no puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por madre[6].
¿Nos sentimos, con gozo, miembros de la Iglesia? ¿Reconocemos que es nuestra propia familia? ¿Ayudamos a otros a que la conozcan y formen parte de ella? No olvidemos que la Iglesia no existe más que para evangelizar[7].
Viure la fraternitat i la comunió és el gran repte que tenim avui en dia i més en aquest temps en què ens tocarà treballar de ple en la reconstrucció d’aquesta societat i aquest món sacsejat per aquesta pandèmia.
Que ens ajudi Santa Maria de Montserrat, patrona de Catalunya. Benvolguts germans i germanes, us convido, aquesta nit a les 22h, a participar, des de casa, en la vetlla de pregària amb motiu de la solemnitat de la nostra patrona i que podreu seguir en directe des del lloc web del Monestir de Montserrat.
Santa Maria de Montserrat, Mare de Déu i Mare nostra, intercediu per nosaltres.
† Card. Joan Josep Omella
Arquebisbe de Barcelona
[1] Lc 24,17
[2] Mc 2,17
[3] Lc 24,32
[4] Cf Lc 24,30
[5] Santo Tomás de Aquino, STh III, q.79 a.1 ad 1.
[6] San Cipriano de Cartago
[7] Evangelii Nuntiandi, 14