Joaquim Ferrer y Francisco Teruel, han culminado un trabajo intenso para ofrecernos la biografía de quien fue obispo auxiliar de Barcelona, Joan Carrera Planas (Cornellà de Llobregat, Baix Llobregat, 1930 – Barcelona, Barcelonès, 2008). El que todos conocemos y recordamos como obispo Joan es una figura entrañable, muy nuestra, muy presente en el recuerdo de muchas personas de nuestra sociedad por su ejemplar servicio cívico y religioso. Varias iniciativas de todo orden, nacidas en los últimos años en nuestra sociedad y en comunidades cristianas, evidencian la persistencia de su recuerdo en la conciencia de mucha gente.
Esta biografía, como manifiestan sus autores, tiene tres grandes objetivos. En primer lugar, mostrar el conocimiento y la valoración que hacía de la sociedad el obispo Joan Carrera Planas. La sociedad nacida de la Guerra Civil, que él vivió en su infancia, y que evolucionó hasta la transición y la consolidación de la democracia; la sociedad en la que él vivió y expresar la fe cristiana, como joven estudiante, como presbítero y como obispo, con una participación muy intensa, justificada por las circunstancias especiales de su vida.
El segundo objetivo es mostrar el esfuerzo del biografiado al servicio de la recuperación de la identidad y la cultura catalanas, continuando un esfuerzo de todas las personas que querían construir una tierra nueva. Es muy significativo que la editorial que él creó recogiera precisamente esta denominación de claras resonancias bíblicas. Un nombre destaca sobre todo como maestro de pensamiento de Joan Carrera, el de Carles Cardó, al que yo mismo tuve ocasión de tratar a menudo en los últimos años de su vida, un trato facilitado también por un hecho circunstancial, el de vivir ambos en la misma calle del barrio barcelonés del Guinardó.
El tercer objetivo de los autores es mostrar que, toda esta acción, el obispo Juan la hizo con una notable calidad intelectual. Y, significativamente, la llevó a cabo no desde una vida dedicada al estudio o la enseñanza, sino en medio de una constante dedicación pastoral, primero como rector de parroquias -sobre todo en barrios populares de la Barceloneta, Badalona y el Hospitalet- y después como obispo auxiliar de todo el arzobispado de Barcelona. Él mismo se definía sobre todo como hombre de acción; de una acción pastoral y social.
Sin embargo el secreto de toda su actividad estaba motivada y alimentada por su fe cristiana, por su amor a la Iglesia y por su servicio sacerdotal y episcopal de buen pastor, a imitación de Jesús Buen Pastor.
Los autores de esta biografía forman parte de las personas que he mencionado al inicio de estas líneas, que recibieron el mensaje de sus escritos y el testimonio comprometido de su vida, una vida que sólo se puede explicar desde un triple compromiso de fidelidad: a Cristo, en Cataluña y los pobres, sobre todo en el mundo obrero. Con este trabajo suyo, los autores desean que este obispo sea más conocido y su ejemplo pueda ayudar a muchas otras personas.
Conscientes de la dificultad de escribir la biografía de una personalidad tan cercana en el tiempo, los autores han impuesto una autodisciplina ejemplar. Han dejado hablar sobre todo los hechos, los acontecimientos, y los han interpretado siempre que les ha sido posible con las mismas palabras del obispo Joan Carrera. En esta tarea, la capacidad comunicativa de nuestro obispo les ha sido una gran ayuda. Hay que reconocer Joan Carrera un gran don como comunicador. Lo muestran los cientos de artículos publicados por él, semana tras semana, en Cataluña Cristiana bajo la rúbrica «Ahora mismo», recogidos en un volumen por Mons. Joan E. Jarque, fundador de este semanario con Mn. Francisco Malgosa. Desde esta perspectiva, podríamos decir que los autores han construido una verdadera autobiografía, la autobiografía que el obispo Carrera no escribió y que seguramente no deseaba escribir. Por eso mismo, me parece muy valioso el servicio que nos ofrecen con este libro.
Leyendo estas páginas, se me hace cercano el sacerdote párroco de San Antonio de Llefià y de San Isidro de Hospitalet, y del obispo auxiliar de Barcelona, por las relaciones que he mantenido durante aquellos años y especialmente como obispo auxiliar que me ha ayudado mucho con su consejo y con su colaboración en mi ministerio de pastor de esta Iglesia de Barcelona.
Los 78 años de vida del Obispo Carrera han sido un gran bien para muchísimas personas e instituciones que han recibido el servicio preciado de su ministerio presbiteral que se inició en 1954 con la ordenación en Montserrat y de su ministerio episcopal desde en 1991 con la ordenación episcopal. El Señor se ha valido de él para manifestar su amor y su misericordia a una multitud de hermanos y hermanas en medio de las diversísimas circunstancias y momentos de la historia de nuestro país. Como hombre de Dios y de Iglesia, muy cerca de las personas, se ha prodigado en la animación pastoral de las comunidades, en el acompañamiento espiritual de los cristianos, en la defensa de los derechos humanos y en el diálogo fe- cultura haciendo presente el Evangelio en las realidades temporales.
Su fe cristiana y su vocación de pastor lo empujaron siempre a hacer presente el Evangelio y la Iglesia en la vida de las personas y en la identidad y la cultura del Cataluña. Inició y promovió diversas iniciativas e instituciones en el campo pastoral, cultural y social y ha tenido una sensibilidad muy especial por los medios de comunicación haciéndose se presente con provecho y acierto evangélico. Con este trabajo ha puesto de manifiesto la actitud constante de la Iglesia de amar, encarnarse y servir a nuestro pueblo en bien de las personas y de las instituciones primordiales.
El obispo Joan Carrera Planas era muy humano, muy fraternal, un hombre de Jesús de Nazaret; en una palabra, un cristiano y un pastor profundamente evangélico. Joan Carrera, como sacerdote y como obispo, fue entre nosotros un defensor de una acción pastoral abierta y acogedora de los inmigrantes y un gran abogado de las manifestaciones de la religiosidad popular en unos años en que ésta era mirada con una excesiva actitud sospecha por determinados miembros del clero. Aprovechando las vacaciones, tenía la costumbre de hacer viajes a Andalucía para captar sobre el terreno el talante de los inmigrantes venidos a Cataluña, para poder comprender y servir mejor. Hombre profundamente Montserrat, era a la vez profundamente popular. Venía del pueblo sencillo y trabajador -lo eran sus abuelos y sus padres- y tenía el don de conectar instintivamente con el pueblo. Su propósito, tanto en la vida pastoral como en toda relación humana, era practicar incansablemente el consejo evangélico que pide «no romper la caña cascada y no apagar la mecha humeante». Era profundamente humano en todo.
El Sr. Obispo Auxiliar Joan Carrera, fue para mí un amigo y un colaborador muy preciado. Desde sacerdotes habíamos trabajado pastoralmente juntos en distintas realidades eclesiales. Pienso en los años ochenta cuando yo era secretario general de la Conferencia Episcopal Tarraconense y él prestaba algún servicio preciado a los obispos de Cataluña, como es el caso del documento «Raíces cristianas de Cataluña». Posteriormente, siendo un servidor pastor de esta Iglesia metropolitana de Barcelona, él me ayudaba mucho como Obispo Auxiliar por el conocimiento que tenía de la realidad, por su trabajo ministerial, por la riqueza de sus consejos y por la amistad y confianza que siempre nos tuvimos. Por todo ello como pastor diocesano reitero mi agradecimiento al querido Obispo Carrera.
Me complace agradecer a los autores de este libro su esfuerzo para recoger una amplia documentación a fin de explicarnos con el realismo de los datos y los hechos la biografía del obispo Joan Carrera. Y pido a Dios que todos los que se acerquen a estas páginas, siguiendo la trayectoria vital del biografiado, se enriquezcan en su vocación humana y cristiana. Esto es lo que más le plazca al obispo Juan cuando lo vea desde el cielo.
He pensado muchas veces en la sintonía entre el Francisco y el Obispo Carrera. Hay un dato curioso e interesante, poco después de la celebración del Concilio Vaticano II, la editorial que él promovió la creación, publicó un libro que incluía las Actas de un Congreso Regional Americano sobre la pastoral de las grandes ciudades , que incluye un trabajo presentado por quien era en aquellos años Jorge Mario Bergoglio. El Obispo Carrera pensaba y actuaba de manera similar a Francisco. Para nuestro Obispo Auxiliar, una Iglesia en salida e ir a las periferias era lo que manifestaba, deseaba y practicaba. Su estilo era también muy parecido al de nuestro Papa, por su sencillez y simplicidad, viviendo en barrios populares y periféricos. Su pluma y su predicación tenían también semejanzas con Francisco. El Obispo Joan era un obispo con «olor a oveja».