Palabras del Sr. Cardenal en el inicio del proceso diocesano de la causa de beatificación de Rosa Deulofeu

Palabras del Sr. Cardenal Arzobispo de Barcelona, ​​Dr. Lluís Martínez Sistach, en el inicio del proceso diocesano de la causa de beatificación de Rosa Deulofeu. Seminario Diocesano de Barcelona, ​​13 de julio de 2015

Hemos iniciado hoy solemnemente el proceso diocesano de beatificación y canonización de la sierva de Dios Rosa Deulofeu González, cristiana laica nacida en Barcelona el 29 de abril de 1959, y Delegada Diocesana de Pastoral de Juventud de la Archidiócesis de 1990 a 2004. Es un motivo de alegría. Estamos muy contentos. Rosa falleció el 5 de enero de 2004 y al cumplirse exactamente cinco años de su muerte, movido por muchos testigos de su vida y de la muerte, inicié por parte de la archidiócesis la causa de beatificación. Hoy, practicadas diversas tramitaciones, iniciamos formalmente este proceso diocesano para entregarlo una vez acabado a la Congregación romana para las Causas de los Santos.

En las exequias de la Rosa ya hubo manifestaciones de su fama de santidad. Reproduzco unas palabras de Mn. Josep Mª Rovira Belloso: «Muchos experimentamos, en las exequias de San Agustín, la impresión de que vivíamos un momento religioso importante… Yo dije, a todas las personas que encontraba a la salida del templo, que me parecía vivir el último episodio de la vida de Santa Teresa de Lisieux. No pienso que esto fuera emotividad de un momento… Cuanto más días pasan, más pienso que Dios ha visitado a su pueblo, como en tiempos de José Oriol. El Señor ha mostrado su amor a nuestra querida ciudad».

Estamos contentos de esta celebración porque la Rosa, que invirtió muchos años al servicio de la Iglesia y de los jóvenes, coronó este trabajo eclesial con la entrega dolorosa de su vida por una grave enfermedad y cuando aún tenía una larga vida por delante.

Rosa fue entendiendo y viviendo que nuestra vida es Cristo y es necesario que él crezca en nosotros y en nuestra debilidad que es cuando se manifiesta más y mejor su fuerza. Ella escribía en adviento de 2003, que «el Señor está en nosotros y es con Él que podemos. Vivir desde esta certeza nos hace descubrir que la vida en Cristo es fuente de alegría. Nos lo dice San Pablo: ‘Hermanos Estad siempre alegres en el Señor’. Pero también quiero deciros – continúa escribiendo Rosa – que en estos momentos de enfermedad, reacciono diciéndome: lo quiero pero a veces me cuesta».

El amor que Rosa tenía la llevaba a amar y servir a la Iglesia. Siempre se sintió Iglesia y siempre fue dando su vida, trabajando en diversos servicios eclesiales, coronándose con su dedicación en cuerpo y alma a la Delegación Diocesana de Pastoral de Juventud de nuestra querida archidiócesis, pero bien abierta a toda la Iglesia.

Todo esto lo hizo como consecuencia y exigencia de su entrega a Jesús y ofreciendo cada día lo que el Señor quería de ella para amar más y más a los hijos e hijas de Dios, pero especialmente a los jóvenes. El secreto de su vida y de su trabajo evangelizador se encuentra en quea Rosa se sentía amada desde toda la eternidad, infinitamente y gratuitamente por Dios y quiso responder a este amor. Para Rosa, la vida cristiana es una relación interpersonal con Jesucristo, una relación entre el amado y la amada.

¿Por qué la archidiócesis de Barcelona inicia la causa de beatificación de Rosa Deulofeu? ¿Para agradecer su trabajo eclesial? ¿Para satisfacer a sus padres y familiares y amigos, la obra que ella ha hecho? No. Lo hacemos porque Rosa puede ser un buen testimonio de vida cristiana especialmente para los jóvenes, porque realizó su servicio eclesial con la práctica de virtudes cristianas y vivió ejemplarmente su grave enfermedad siendo aún joven. Quisiéramos que los jóvenes de hoy tengan un nuevo testimonio de vida cristiana y les pueda ayudar en su respuesta a Dios. Queremos, también, recordar que Rosa recibió del pastor diocesano el encargo de responsable diocesana de la juventud y que necesitamos potenciar el trabajo pastoral con jóvenes y que hay que pedir su intercesión para que los jóvenes encuentren acogedores que los lleven a un encuentro personal con Jesucristo en anunciarles el primer anuncio gozoso del amor del Señor que murió y resucitó por amor a cada uno de ellos.

Lo hacemos también para poner de relieve que en la Iglesia y en la pastoral la santidad es capital. Como sabéis la santidad es la primera y fundamental vocación de todo cristiano y cristiana.

Como veis, queridos todos y especialmente los jóvenes, lo que hemos hecho hoy lo hemos hecho pensando, amando y trabajando por los jóvenes y con jóvenes, chicos y chicas, que son queridos por Jesús, como lo fue Rosa, eternamente, infinitamente y gratuitamente. Le pediremos a ella su intercesión, y todos, pero especialmente a los jóvenes, vamos a trabajar para que la pastoral de juventud llegue partes donde haya jóvenes.

Lo que estamos haciendo es por el bien de la Iglesia. Pedimos la intercesión de María, Madre de la Iglesia, bajo la advocación de la Virgen de Montserrat, para que esta causa de beatificación dé ya buenos frutos en el trabajo con los jóvenes.