La familia, escuela de comunicación

(Domingo, 17/05/2015)

La Iglesia celebra, en la fiesta de la Ascensión del Señor, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año se centra en la familia como escuela de comunicación. La familia es una escuela de comunicación porque, como dice el lema escogido para esta jornada de hoy, la familia es un ambiente privilegiado para el encuentro en la gratuidad del amor.

El tema de la familia está actualmente en el centro de la reflexión de la Iglesia católica. El papa Francisco ha convocado dos sínodos sobre la familia: uno extraordinario -celebrado en octubre del año pasado- y el otro de carácter ordinario, convocado para el próximo mes de octubre. Por ello ha considerado oportuno que el tema de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales tuviera como punto de referencia la familia.

El papa Francisco, en el Mensaje para esta jornada -que cada año publica el día de San Francisco de Sales, patrón de los comunicadores-, dice que la familia es el primer lugar donde aprendemos a comunicar y a convivir en la diferencia, porque en ella se encuentran diferencias de género y de generaciones, que comunican más que nada porque se acogen mutuamente. Volver a este momento originario de nuestras biografías nos puede ayudar a observar la familia desde un nuevo punto de vista y a comunicar de una manera más auténtica y más humana.

«Nosotros no inventamos las palabras -escribe Francisco-: las podemos utilizar porque las hemos recibido. En la familia se aprende a hablar la lengua materna, es decir, la lengua de nuestros antepasados. Dentro de la familia se percibe que otros nos han precedido, y que nos han puesto en condiciones de existir y de poder, también nosotros, generar vida y hacer algo bueno y bello. Podemos dar porque hemos recibido, y este círculo virtuoso se encuentra en el corazón de la capacidad de la familia de comunicarse y comunicar; y, más en general, es el paradigma de cualquier comunicación.»

El Papa reconoce que hoy los medios de comunicación más modernos, que son irrenunciables sobre todo para los más jóvenes, pueden tanto obstaculizar como ayudar a la comunicación en la familia y entre familias. La pueden obstaculizar si se convierten en una forma de sustraerse a la escucha, de aislarse de la presencia de los demás, de saturar cualquier momento de silencio y de espera, olvidando que -como escribió Benedicto XVI y cita Francisco- «el silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no hay palabras con densidad de contenido».

Sin embargo, los nuevos medios también pueden favorecer la comunicación en la familia si ayudan a explicar y compartir, a agradecer y a pedir perdón, a hacer posible una y otra vez el encuentro entre las personas de la familia. En síntesis, lo que se nos pide es que establezcamos una buena relación con las tecnologías, en vez de ser guiados por ellas. El gran reto actual en la comunicación es poner la tecnología al servicio de la dignidad de la persona humana y del bien común.

  Lluís Martínez Sistach

Cardenal arzobispo de Barcelona