La Iglesia de Barcelona seguirá las indicaciones del papa Francisco y participará activamente en el Año dedicado a la Divina Misericordia. Así lo ha especificado el cardenal Martínez Sistach en su nueva carta pastoral titulada Sed misericordiosos destinada, sobre todo, a «disponer nuestros espíritus para una buena celebración del Jubileo en nuestra Iglesia metropolitana de Barcelona».
El arzobispo de Barcelona ha priorizado en esta carta pastoral, siguiendo la bula pontificia Misericordiae Vulture, unas actuaciones pastorales con el objetivo de ofrecer «con mayor intensidad los signos de la presencia y del acercamiento de Dios». Esta carta pastoral, muy en consonancia también con las conclusiones del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, es el complemento perfecto para el nuevo Plan Pastoral titulado Misericordiosos como el Padre, establecido para los próximos años, que repasa y amplía los tres objetivos pastorales ambientados en torno al tema de la misericordia: la acogida empapada de misericordia, la participación de la mirada misericordiosa del Buen Pastor y la atención material y espiritual a los pobres.
La publicación de esta carta pastoral coincidiendo con la festividad de la Natividad de la Virgen le confiere un sentido muy amplio al ser madre de la Iglesia y madre de la Misericordia.
Acoger, dialogar y acompañar
La Iglesia debe estar presente en las grandes ciudades, que están dominadas por el anonimato, la soledad, el individualismo, la violencia y el miedo, para transformarlas en «verdaderas comunidades cristianas que humanicen la vida urbana». Por ello, se llevarán a cabo actividades eclesiales que surjan del «corazón misericordioso» de los cristianos: «La credibilidad de la actividad eclesial pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo», constata el arzobispo de Barcelona.
Una de las actividades que marca el primer objetivo del plan pastoral es la acogida empapada de misericordia: se ha de acoger a todo el mundo pero especialmente a aquellos que están en las periferias existenciales. Sólo así, imitando al Buen Pastor, se descubrirá a Cristo en los pobres. Pero esta acogida debe ir acompañada de un diálogo, «bien connatural en la Iglesia».
La misericordia y el perdón
«Se ha escrito mucho sobre el sacramento de la reconciliación como un sacramento en crisis», reflexiona el cardenal Martínez Sistach. Pero se trata de un sacramento que se debe poner en el centro con convencimiento. Sólo así será posible participar de la mirada misericordiosa del Buen Pastor, segundo objetivo del Plan Pastoral. Ésta, debe ser «una mirada misericordiosa y evangelizadora con el deseo de dar a conocer a Jesús a aquellos que no lo conocen», por lo que se construya una Iglesia en salida que vaya a encontrar a la gente y abra sus puertas a todos quienes deseen entrar. Pero hay que tener cuidado con algunas trampas como la corrupción -a la que el Arzobispo de Barcelona define como «lacra social». Y es que la misericordia «no es contraria a la justicia, sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una posibilidad ulterior para examinarse, convertirse y creer».
Siguiendo las líneas del Concilio Vaticano II
Es evidente que el Jubileo que Francisco propone se inscribe directamente en el gran objetivo del Concilio Vaticano II. Obviamente la práctica de las obras corporales de misericordia debe ir unida a las obras espirituales, como especifica el tercer objetivo del plan pastoral. Y es que no nos podemos quedar en las obras materiales porque también hay que ofrecer «atención espiritual a los pobres para superar la peor discriminación que sufren. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria». Así se pueden descubrir «muchas maneras de amar más y más hermanos y practicar la virtud de la caridad, que nos lleva a la santidad».
Descárgate aquí la carta pastoral y el plan pastoral