La eucaristía fue instituida en la Santa Cena del Jueves Santo, y su continuidad en el tiempo y en el espacio responde a la voluntad categórica de Jesucristo, como nos recuerda el evangelista Lucas: «Haced esto en memoria mía”. La fiesta de Corpus Christi es una fiesta eminentemente eucarística y ha sido muy popular durante muchos siglos. Es la solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo.
La eucaristía siempre ha sido objeto de una gran veneración en la Iglesia, sobre todo en el momento de la comunión. San Agustín decía que «nadie come esta carne sin antes adorarla». La eucaristía es el «misterio de nuestra fe». Cristo, en su presencia eucarística, permanece entre nosotros -él que nos amó y se entregó hasta la muerte por nosotros-, quedándose bajo los signos que expresan y comunican su amor. El cuerpo de Cristo entregado y la sangre de Cristo derramada siguen haciendo presente hasta el fin de los tiempos, mediante el sacramento de la eucaristía, la eficacia redentora de este amor extremo.
Corpus Cristi es la fiesta que expresa manifiestamente el amor eterno e infinito de Dios por toda la humanidad. Por eso es también el Día de la Caridad. La eucaristía es el sacramento del amor. El amor de Dios pide una respuesta de amor a Dios y de amor a los hermanos.
La eucaristía compromete a favor de los pobres. A fin de recibir verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo, debemos reconocer a Cristo en los más pobres, hermanos suyos. En este sentido, el Concilio Provincial Tarraconense pidió reavivar la tradición, vivida intensamente en los primeros siglos de la Iglesia, de vincular visiblemente la celebración de la eucaristía con la caridad fraterna. Hay una relación muy particular entre la fracción del pan –la eucaristía- y la comunión cristiana de bienes. Por ello, desde el inicio de la Iglesia, junto con el pan y el vino de la eucaristía, los cristianos presentan también sus bienes materiales para compartirlos con los que pasan necesidad.
El cristiano tiene motivaciones muy fuertes para amar y ayudar a los hermanos necesitados, porque descubre a Cristo en el rostro de aquellos con los que él mismo se ha querido identificar: «Porque tuve hambre y me disteis de comer».
Corpus Christi, eucaristía y caridad. Por eso Cáritas –que es Iglesia– ocupa este día un papel muy importante, especialmente urgente en este tiempo en que para muchas personas persiste la crisis. Ese día, en síntesis, nos reitera la vinculación entre la eucaristía y la fraternidad, entre el misterio de la presencia de Cristo en su gran sacramento y el amor a los hermanos, sobre todo a los más débiles y necesitados. Esto es lo que quiere poner de manifiesto el lema escogido por Cáritas para la Campaña de Corpus: «A veces la vida es como un juego de la oca donde tienes que volver a la casilla de salida, donde tienes que volver a empezar de nuevo. Caigas donde caigas, allí estaremos.» Se trata de acompañar a las personas y ofrecerles las herramientas que las ayuden a recuperar la autonomía, la autoestima y la motivación. Todo esto no sería posible sin la colaboración de los socios, donantes, voluntarios y profesionales que apoyan o realizan esta tarea.