Omella preside una Misa Crismal excepcional

La Catedral de Barcelona acoge, de manera telemática, la tradicional bendición de los óleos de los enfermos y de los catecúmenos y la consagración del sagrado Crisma

Fotografías: Catedral de Barcelona

El Martes Santo es un día especial para todos los presbíteros de la archidiócesis, pero este año ha sido especial por su excepcionalidad. La Misa Crismal se diferencia del resto de misas solemnes por las tres ánforas, que contienen los Santos Óleos. El de los enfermos, el de los catecúmenos y el santo Crisma, y por una catedral de Barcelona teñida de blanco donde el clero de todo el Arzobispado se reúne para renovar las promesas. Las ánforas no han faltado a la cita pero, este año, la catedral estaba vacía. Sin séquito de entrada, el cardenal Juan José Omella ha accedido a la catedral acompañado, a más de un metro de distancia, de los dos obispos auxiliares, Mons. Sergi Gordo y Mons. Antoni Vadell.

«Sentimos esta ausencia de los presbíteros y los fieles pero os sentimos muy cerca de nuestro corazón». Así ha dado la bienvenida el arzobispo de Barcelona, a todas las personas que, de manera telemática, han seguido la Misa Crismal. «Nos sentimos muy cerca de nuestra comunidad cristiana y por eso rogamos por los fieles que estáis más tocados por esta pandemia y por todos los que trabajan para curar nuestros hermanos enfermos. Todos estáis presentes en esta celebración de la Eucaristía», ha subrayado.

El óleo de los catecúmens

En su homilía, el cardenal Omella ha hablado de los tres óleos. El primero ha sido el óleo de los catecúmenos. «Pedimos al señor que nos conceda saber identificar y podernos librar del enemigo, del demonio. En la cultura de hoy el mal está disfrazado de modernidad, de una especie de caridad que pospone la verdad. La tentación es fuerte y necesitamos ser ágiles. El combate cristiano no es la militancia de la intransigencia y la ruptura, sino que sus armas son la negación de uno mismo, el diálogo paciente con el otro, la oración y la misericordia», ha asegurado el arzobispo de Barcelona.

El óleo de los enfermos

Seguidamente, ha hablado del óleo de los enfermos, un óleo que toma más relevancia que nunca a causa de la pandemia. «Estimados hermanos, cuidemos mucho la pastoral de los enfermos, son los preferidos del Señor», ha pedido Omella. «Ellos necesitan la presencia entrañable y discreta de alguien que siempre lleva la paz, el consuelo y la esperanza. Estos días, médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, están haciendo este papel. Tenemos que hacer este ministerio con humildad, ternura, asiduidad y osadía, pero con la suficiente delicadeza para no hacernos pesados».

El Santo Crisma

Finalmente, el cardenal Omella ha hecho referencia al Santo Crisma, el óleo perfumado que unge los bautizados, confirmados y ordenados. «El señor nos ha ungido y nos ha hecho sus hijos, nos ha hecho sienes de su espíritu, portadores de su presencia amorosa y transformadora. Vivamos con gozo el don de la fe cristiana, no nos avergoncemos de ser ungidos del Señor, llevemos a todas partes y en toda ocasión el perfume del Señor, el aroma de un amor servicial, acogedor, que lo disculpa todo y no exige nada a nadie. No cabe en nosotros la impureza, la hipocresía, la falsedad, la cobardía, en definitiva el pecado».

También ha querido citar a San Cirilio de Jerusalén: «El sagrado óleo, después de estar invocado en la oración consecratoria ya no es un simple óleo, ni un ungüento común, sino el don de Cristo y el Espíritu Santo, puesto que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. Por esto, este óleo se aplica simbólicamente sobre la frente y los otros sentidos del cuerpo, porque mientras se unge todo el cuerpo en un óleo visible, el alma quede santificada por el santo Espíritu».

La bendición y consagración de los Santos Óleos

A continuación, Omella ha bendecido los Santos Óleos. Primeramente, ha bendecido el óleo de los enfermos, para que liberados de los pecados sean salvados y aliviados en sus sufrimientos. Seguidamente, ha bendecido el óleo de los catecúmenos pidiéndoles fuerza; con este óleo serán ungidos para que los haga «crecer en la sabiduría y les dé coraje para luchar contra el mal». Finalmente, ha llegado el momento de consagrar el Santo Crisma, un óleo preparado con «perfumes preciados para que sean ungidas todas las personas que recibirán el bautismo, la confirmación, la ordenación sacerdotal y también todas las cosas dedicadas a Dios». Para consagrar esta última ánfora, el cardenal Omella ha exhalado su aliento en el interior de este recipiente de plata.

En medio de la pandemia

«En este tiempo de pandemia del coronavirus necesitamos que la medicina encuentre el remedio para vencer esta dolencia, rezamos porque Dios ilumine a los científicos y les ayude a encontrar rápidamente la cura», ha asegurado el cardenal Omella en su homilía. «Médicos y enfermeros, presbíteros que estáis en los hospitales, podéis hacer mucho bien. Que Dios bendiga los enfermos y a sus cuidadores, que Dios bendiga todas las familias y a vosotros que lo estáis siguiendo desde vuestras casas», ha finalizado el arzobispo de Barcelona.

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