Mons. Vadell: «Comunidad es fuente de ternura, va más allá de pandemias y de secularizaciones»

El encuentro anual interdiocesano de Apostolado Seglar se celebra por primera vez en línea con el lema: «Acompañamiento con dimensión comunitaria»

El encuentro catalan interdiocesano de Apostolado Seglar que se celebra cada año, se ha hecho por primera vez telemáticamente. Con el título «Acompañamiento con dimensión comunitaria» se congregaron este tercer fin de semana de febrero, ya en plena Cuaresma, alrededor de doscientos usuarios en línea. Seglares, sacerdotes y obispos, todos ellos conectados desde casa, se unieron para reflexionar sobre la dimensión comunitaria.

Precisamente, el acompañamiento es uno de los objetivos de acuerdo con la línea de trabajo con el segundo itinerario que se fijó en el último Congreso Nacional de laicos. Un tema relevante que desarrolló el obispo auxiliar de Barcelona, ​​Mons. Antoni Vadell, encargado de la ponencia principal.

Ser y sentirnos acompañados

El obispo de Solsona y representante del Apostolado Seglar de las diócesis catalanas, Mons. Xavier Novell, dio la bienvenida y expuso la necesidad de las «comunidades vivas en la evangelización». La necesidad de andar en este camino que, entre todos y todas, tejemos a partir de lo que observamos y de la necesidad de un acompañamiento integral. «Hacemos un camino todas las iglesias catalanas de trabajo en base a las necesidades y hemos visto que el acompañamiento era una necesidad».

Por su parte, el obispo Toni desarrolló su intervención en torno a esta necesidad de ser comunidad entre todos. «La compañía, la relación, es una necesidad – exposava- es muy importante ser conscientes de la importancia de las relaciones humanas, y responde a una necesidad que está en el corazón de las personas».

«La cocina donde todo se cuece»

Vadell catalogó tres tipologías de relaciones entre las personas. En primer lugar, las del recibidor, donde se encuentra todo aquel que pasa por nuestra puerta y que tenemos la posibilidad de conocer. En segundo lugar, las relaciones de la sala de estar – exponía el obispo Antoni- donde tenemos aquellos conocidos con los que nos relacionamos a menudo y que forman parte de nuestra vida. Finalmente, y como más relevantes, las relaciones de la cocina.

En este último estadio, están las relaciones con quien las personas se abren interiormente. Es decir, en palabras del obispo Antoni: «aquellos más cercanos que dejamos entrar en nuestra cocina, donde hay poco espacio pero donde reside toda la confianza y sinceridad». «La cocina es allí donde todo se cuece. El espacio de libertad, el espacio íntimo donde dejas entrar a quien tú quieres», decía el obispo. Insistió en la necesidad de que toda persona debe tener alguien en su cocina, aunque nunca son muchas, es necesario. «Tener un gran hall y una sala de estar más o menos poblada si en la cocina no tienes nadie se siente solo», dijo el obispo.

Alertó de la delicadeza que hay en una relación de cocina, en el que los sentimientos se sienten directamente interpelados, para que las personas se dan con confianza. Pero, tal como dijo, es necesario que las «espinas» que generamos de defensa no nos dejen caer en la soledad.

Acompañados, y siendo iglesia

Continuando con la exposición, se centró en la esencia de la vida comunitaria en la vida cristiana. Un colectivo necesario, «allí donde se sentirá acompañado, aprenderá a amar y donde tendrá la sala de estar y algunas personas podrán entrar en la cocina». «La comunidad, -continuaba el obispo- forma parte de la entraña cristiana, cercana y siempre perteneciente a una organización más grande: parroquia, diócesis … Varias formas de grupo que engloban un sentido único de Iglesia», dijo.

Ahora bien, haciendo referencia a las palabras del obispo Novell, alertó que es necesario «comunidades vivas». Es decir, allí donde «hay alegría y también discusión y aquí cobra un papel muy relevante el perdón y la reconciliación». Por ello, -recordó- «una comunidad viva que se perdona es una comunidad que no se juzga y que acoge con incondicionalidad».

Hoja de ruta comunitaria: el amor

Para convivir en comunidad, alertó de que «está muy bien hablar de los métodos de evangelización, sin embargo, la clave se encuentra en el amor y en cómo miramos los otros». «Una relación donde llegamos por« la gracia de Dios a este calor, porque Él quiere ».

Como ejemplo, expuso su situación de convivencia con el cardenal Omella y los obispos auxiliares Mons. Sergi Gordo y Mons. Javier Vilanova. Advirtió cómo, a pesar de las diferencias entre ellos, «la gracia de Dios nos une y nos lleva por este buen camino. Él posibilidad de que preferimos sin juzgarnos. Esto es un milagro ».

Laicos en tierra extranjera

Vadell va interpelando los «laicos en misión», que viven en un contexto «descristianizado». Un escenario que se relaciona con el pueblo de Israel cuando se encontraba en tierra extranjera y, sin embargo, muchos mantuvieron la promesa de Dios, gracias a esta la esencia y la existencia de la comunidad que mira Dios.

«Al igual que los primeros cristianos, entonces considerados esclavos, no tenemos que vivir con pena porque tenemos la fuente de la alegría, la ternura de Dios que lo encontramos en la Eucaristía. La comunidad es fuente de ternura y va más allá de pandemias y de la secularización», dijo.

Acompañamiento eclesial

El obispo animó a las parroquias a «ser más abiertas» e invitó a todos a darse cuenta de que no se trata de un momento laical o clerical, sino eclesial, donde todos toman parte del juego. «Es un tiempo eclesial en que es necesario que cada uno descubra su vocación de anunciar el Evangelio allí donde se encuentren en medio del mundo».

Con esta exposición del obispo Toni Vadell, se dio paso a la discusión y reflexión entre grupos, donde había sacerdotes, laicos… precisamente, un ejemplo más de esta iglesia eclesial que camina. Tal como dice la delegada del Apostolado Seglar en Barcelona, ​​Anna Almuni, «lo que subrayamos es que todos juntos tenemos que hacer la iglesia». «Este encuentro en línea, ha demostrado un momento potente de gente de iglesia que quiere construir. Nos damos cuenta de que somos muchos los conectados con este chip de comunidad, necesario ahora más que nunca, y que supone un momento de esperanza».

Comunidad abierta y conectada

Almuni se mostró contenta con este encuentro que, a pesar de ser en línea, ha permitido que mucha gente pudiera participar. Personas provenientes no sólo en las diócesis catalanas, sino también, de Mallorca. «Es esto lo que queremos, una iglesia con una comunidad extendida y dispuesta a escuchar, y acompañarse, sea en línea o no, para implicarse en los retos de hoy», añade Almuni.

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...