Mons. Abadías, en la celebración de Todos los Santos: «La vida tiene la última palabra»

Decenas de personas asisten al Cementerio de Poblenou para recordar a las personas que han muerto lejos de su país, en soledad y en pobreza

Fotografía: Agustí Codinach
«Cuando una persona que amamos muere, es humano que sentimos añoranza y desazón, como esas nubes que vemos en el cielo, pero luego irrumpe con fuerza el sol. La fe lo transforma todo. La vida tiene la última palabra. Tenemos la esperanza en la vida eterna. En casa del Padre hay sitio para todos. Y pese a la pérdida, experimentamos alegría, amor, luz, felicidad». Con estas bonitas palabras, el obispo auxiliar de Barcelona David Abadías, se dirigió al centenar largo de personas que participaban en la Eucaristía de la solemnidad de Todos los Santos. Un año más, el cementerio de Poblenou, acogió esta iniciativa promovida por el Secretariado para los Marginados, para recordar especialmente a aquellas personas que han muerto lejos de su país, en soledad y en pobreza.
En la celebración también participó concelebrando el delegado de la Delegación de pastoral social y caritativa de la archidiócesis de Barcelona, Mn. Juan Costa, así como el párroco de la parroquia del Patriarca Abraham, Mn. Alberto Parra, y el diácono Ángel Zambrana, director del Secretariado para los marginados.

Pedir la intercesión de los Santos

«Alégrense y hagan fiesta, porque su recompensa es grande en el cielo». Este fragmento del Evangelio de las Bienaventuranzas, se escuchó con recogimiento. Estábamos en tierra sagrada, y existía la necesidad de escuchar palabras de esperanza. «Es inspirador lo que vivimos aquí, si vivimos el misterio del sacrificio desde el amor, los momentos de cruz cogen un nuevo sentido», dijo en su homilía Mons. Abadías, quien agradeció a Dios el regalo de la fe y pidió la intercesión de los santos.
El obispo auxiliar de Barcelona tuvo un recuerdo especial para «las personas que han muerto en soledad, paradoja de un mundo con exceso de población». Agradeció tanta bondad de los trabajadores y voluntarios de las entidades sociales, que atienden a las personas en situación de pobreza. Sin embargo animó a todo el mundo a «vivir pendientes de los demás, sobre todo de quienes más lo necesitan».

Recuerdo de aquellos que ya no están

Durante la Eucaristía se leyó la emotiva carta de Juan Carlos a su amigo Pedro, que fue atendido en la Obra Social Santa Luisa de Marillac, a cargo de las Hijas de la Caridad. También se recordó a un usuario muy querido del proyecto Sostre.
La celebración acabó dando las gracias por tantas personas que acompañan a otros hermanos que lo pasan mal al final de su vida. Gente anónima, que no sale en los medios de comunicación, y que dan tanta esperanza, y con su comportamiento ya están construyendo en este mundo el reino de Dios. Después de cantar el Virolai, se repartieron claveles blancos y rojos, para poner en el nicho de un ser querido o en el de alguien que no tenía ninguna flor.
Gloria Carrizosa Servitje (Secretariado para los Marginados)
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