La sensatez, cualidad envidiable

Artículo de opinión del obispo Sebastià Taltavull del domingo 23 de julio publicado en Catalunya Cristiana

Qué bonito cuando decimos de alguien que es una persona sensata. La sensatez no se compra ni se vende, sino que se recibe como un regalo y también lo alcanzamos como una conquista. La sensatez, la armonía personal, es un síntoma de madurez que demuestra la calidad humana a la que puede llegar una persona. Cuando se multiplica y se comparte, también un colectivo puede recibir el calificativo de sensato. La referencia es inequívoca porque se compone de individuos llenos de humanidad.
Una persona sensata es una persona que vive el equilibrio en todos los aspectos que conforman su vida. La sensatez tiene que ver con la prudencia como cualidad que vive de la serenidad y la prevención. La sensatez procura el equilibrio entre decir y hacer, entre pensar y actuar, entre realismo y utopía, entre lamento y alegría, entre seriedad y buen humor, entre trabajo y descanso, entre soledad deseada y relación amistosa. Todo lo contrario de vivir despistados, fragmentados, dispersos, incoherentes, con poco juicio.
Va bien que alguna vez revisemos nuestra manera de hablar, nuestra manera de reaccionar ante las personas y los acontecimientos de la vida. Hacerlo con sensatez nos dará cada día muchas oportunidades de hacer las cosas bien hechas, cuidando de lo más frágil.
En el ámbito de las relaciones humanas y, especialmente en el de la política como arte de la convivencia, la sensatez es la fuerza y el puntal de todas las decisiones que podamos tomar. Pensando precisamente en los políticos, el papa Francisco dice que está convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social.
He dicho que la sensatez es regalo y conquista, que no se compra ni se vende: la sensatez reconcilia a contrarios, estimula a construir juntos y hace suyo un beneficio para todos incluso de lo que no es cosecha propia. Debemos aprender la importancia de ser humanos, muy humanos con el prójimo.

Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona y
Administrador apostólico de Mallorca

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