JMJ: Encuentro diocesano y Misa de apertura de la JMJ
El encuentro diocesano de los participantes venidos de la archidiócesis de Barcelona ha contado con un testigo, adoración eucarística y tiempo para quien quisiera recibir el sacramento de la confesión
Una vez acaba el día, de entrada te viene en la cabeza el gran cansancio que llevas encima. La intensidad de la JMJ va intrínseca en el paquete de peregrino, una vez vas, sabes que disfrutarás de una credencial que te permitirá poder participar, de un montón de anécdotas y de una actividad fulminante. Y hoy es uno de aquellos días que, a pesar de estar exhausto, es inevitable tener una sonrisa de oreja a oreja. Y sospecho que estas dos sensaciones, cansancio y alegría, irán en aumento con lo que queda de jornada.
Esta mañana, los jóvenes de la archidiócesis de Barcelona se han reunido en una iglesia de Cascais que han llenado a tope. Y no solo los bancos, sino también los laterales, las escalas, la puerta… No cabía una aguja más, una imagen impactante y que mostraba muchos de los rostros del Arzobispado, una realidad plural. El encuentro ha empezado con el testigo de Berta Puig, quien ha explicado su experiencia con la JMJ de Cracovia y como, aquel momento, cambió su vida. Seguidamente, el arzobispo de Barcelona, Card. Juan José Omella, ha dirigido una adoración eucarística acompañada con cantos y, mientras tanto, quien quisiera, podía recibir el sacramento de la confesión. En este momento, el Cardenal los ha animado a pedirle al Señor «poder ver su rostro».
Y, ya después, el día ha girado entorno la Misa de apertura de la JMJ, el primer acto oficial en la agenda setting de la Jornada Mundial de la Juventud. Transportarse hasta Lisboa, conocer la ciudad e ir viendo cómo la gran oleada de banderas se acercaba más hasta el punto de acabar entrando. La celebración eucarística que ha presidido el patriarca de Lisboa, Card. Manuel Clemente, ha contado con la participación de personas venidas de hasta 151 países diferentes. Iglesia universal. El cardenal Clemente ha profundizado en el pasaje del evangelio donde María va a la busca de su prima Elisabet, y ha subrayado tres aspectos: «emprender un camino […] haciendo de cada día, una nueva etapa»; «la prisa de María para dirigirse a la montaña» – profundizando en la urgencia de extender la Palabra- y, finalmente, el saludo de Maria a su prima «así vosotros también extenderéis vuestra mano, con saludos cordiales y alegres». Y, con estas palabras de reflexión, todos los presentes hemos vuelto cantando, aplaudiendo, riendo, y saludando a todo el mundo con un clima de hermandad y franqueza.