Recibir a los Reyes Magos

El historiador Amadeu Carbó escribe este mes de enero sobre el origen de la noche más mágica y especial para los niños

Artículo de Amadeu Carbó

La noche y el día de Reyes es un día de nervios. Los niños están a punto de vivir el día más señalado del año, y lo saben. Todo es correr para llegar a tiempo a la cabalgata. Algunos ultiman los últimos retoques a las cartas donde se deposita ilusión, esperanza y un poco de engaño en aquel osado y tradicional «me he llevado muy bien». El momento mágico llega a todos los rincones del país: en barco, tractor, tren, avioneta, globo aerostático o arriba de un burro. Es igual el cómo. El caso es que como cada año Melchor, Gaspar y Baltasar son puntuales a la cita. Ya lo fueron primero con los abuelos, luego con nuestros padres, con nosotros y ahora con nuestros hijos.

Las cabalgatas llenan las calles de creatividad, música, color, magia y nos quedamos, todos, pequeños y grandes, embelesados ​​ante la solemne pase de su Majestades los Reyes de Oriente ante nuestros ojos. La magia se ha hecho realidad. Han llegado los Reyes y los hemos visto!!! Enfatizo esta acción de verlos, ya que en la historia de las tradiciones navideñas las llegadas de los reyes y las cabalgatas son relativamente recientes. Hasta mediados y finales del siglo XIX los reyes no se hacían presentes ante los ojos de los niños, a menos que la desazón propia del día propiciara apariciones fantasiosas.

Las cabalgatas nacen como fenómenos totalmente urbanos y ligados a la industrialización. La misma industrialización que cambiará radicalmente las formas de vida, y en consecuencia la fiesta, también genera transformaciones y nuevas maneras de entenderla. Las cabalgatas son el fruto de un cambio, no sólo de las formas de vida sino y, sobre todo, de cómo a partir del momento entenderá el mundo. Las cabalgatas emergentes son un indicador de la necesidad de creer exclusivamente en lo tangible, de ver para creer. Avances técnicos y culturales serán decisivos en este proceso de vuelco en las formas de pensamiento, la fotografía, la alfabetización creciente, los nuevos medios de transporte como el ferrocarril, etc.

Por lo tanto una práctica festiva tan arraigada y asumida por todos actualmente, era desconocida para nuestros bisabuelos, ya que sencillamente no existía. Pero que no existiera la cabalgata no quiere decir que no se viviera con mucha intensidad la noche de reyes y su llegada. El costumbres es rico en expresiones, coplas, fórmulas que provienen de cuando se iba a «buscar los reyes», «encontrar los reyes», «recibir los reyes»… y como ocurría también con el hombre de las narices, nunca se encontraban.

Costumbres anteriores a las cabalgatas y que todavía están vivas en diversos lugares son las atxes de Barballó que eran encendidas para indicar el camino a los reyes para que no se perdieran y que en algunos lugares evolucionarían convirtiéndose en farolillos. En este sentido de guía, a los pueblos de mar era costumbre de hacer hogueras que actuaban de faros para llevar los reyes en la playa de manera adecuada. Como se puede evidenciar el fuego jugaba y juega todavía un papel importante.

Otras costumbres de la noche de reyes, se inscriben en el ámbito doméstico y también son bastante antiguas. Por ejemplo el hecho de poner los zapatos en el balcón. La tradición dice que hay que poner la del pie derecho, ya que es una demostración de que hemos hecho bondad en cambio poner las del pie izquierdo es propio de los que han sido malos e incluso que tienen tratos con el diablo. Aunque el hecho de poner el calzado tiene una función práctica de indicar a los reyes y a sus ayudantes el número de personas que viven en un hogar determinada, sus edades y si son niños o niñas.

Referente a estos usos y costumbres domésticas, Lluís Marmí de la Tradillibreria me invitó a participar en una investigación directa de uso de las redes sociales como herramienta de recogida de testigos. El objeto de estudio en cuestión era la costumbre del uso de cañas de arroyo en Cardona para recibir los reyes. El ritual es bien sencillo y cada familia lo hace con sus particularidades que lo hacen propio y único.

Días antes se cogen cañas en el arroyo o en un cañaveral cercano. Se buscan, como es natural, las más altas y hermosas. Algunos valoran que tengan hojas, otros que tengan penachos. Una vez escogidas se cortan tantas como pequeños y pequeñas hay en el hogar. Hay quien relaciona la altura de la caña con las edades de los niños. Una vez cortadas se cuelgan del balcón, ventana, o fachada dependiendo de cada casa. El ritual de la Caña para recibir los reyes de Cardona también tiene una cantinela propia.

¡Qué los Reyes nos traigan muchos regalos!

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