Intimar con Jesucristo
Entrevista a Josep Manuel Vallejo, director de la revista Catalunya Franciscana

«Me hice religioso porque lo llevo grabado en las entrañas desde el seno de la madre, y en el carisma franciscano he encontrado mi lugar». Esta es la razón por la que fray José Manuel Vallejo optó por la vida religiosa. Se dedica, sobre todo, a la divulgación bíblica y al cultivo de la espiritualidad. Dirige la revista Cataluña Franciscana. Ayer impartió la conferencia «El amor no se merece. Un día con Jesús de Nazaret «, en la URC-CEVRE.
¿Qué es lo específico de un religioso?
Lo esencial para un religioso es estar con Jesús (Mc 3,14), intimar con Él, conocerlo, hablar con él a menudo. También es importante compartir la vida de los pobres, vivir en comunidad, colaborar a hacer presente el Reino… Pero lo esencial es la fascinación por Jesús, tener el corazón del todo enamorado de su Persona; de ahí el celibato. Porque no se trata de hacer muchas cosas, sino de irradiar.
¿Cómo es este contacto íntimo con Jesús?
Fascinante, gozoso, pacificador. Te hace sentir plenamente estimado, te hace sentir sólido… Claro que hay días de todo. Pero la lectura orante, lenta y atenta de sus actitudes en el Evangelio me seduce, me admira, me saca de mí mismo, me amplía el horizonte, me pone en la verdad, me da seguridad y valentía para actuar sin depender del que dirán, me contagia su mansedumbre ante las agresiones… No necesitas nada más.
¿Qué le mueve a dar la vida por Jesucristo?
La experiencia de la sobreabundancia de su Amor (Zaqueo, Caná, multiplicación de los panes, Juan 21, el lavatorio de pies…) hace que brote el agradecimiento por el don recibido y la disponibilidad para servir: «¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?»(Sal 116). Este amor a Jesucristo va creciendo poco a poco de una piedad más afectiva y sentimental a un amor fiel, más desnudo, que no depende tanto del sentimiento. Los dolores de la vida y las agresiones de los otros te ayudan mucho.
Entrevista realizada por Òscar Bardají Martín para el Full Dominical del 8 de octubre