El obispo Vilanova alienta a la parroquia de Santa Ana a «seguir siendo una Iglesia viva»
El obispo Javier hace un recorrido por el Hospital de Campaña para conocer las instalaciones y el gran servicio que hacen de fraternidad
El obispo auxliliar de Barcelona, Mons. Javier Vilanova, ha visitado el Hospital de Campaña integrado en la parroquia de Santa Ana de la la archidiócesis de Barcelona. Un lugar que acoge, acompaña, protege, promueve, escucha y conversación, con las 150 personas que recibe cada día. Una actitud para que todos se sientan como en casa. Hacen suyas las palabras del papa Francisco, «la Iglesia debe ser como un hospital de campaña para los heridos».
«Santa Ana engancha»
Atender a los más desvalidos dentro de una iglesia toma una mayor significación, según su rector, Mn. Peio Sánchez, «no tenemos una puerta para ir a misa y otra para acoger, es la misma. No nos consideramos un comedor social, sino una mesa de fraternidad. Ponemos toda la belleza de este entorno al servicio de nuestros hermanos ». Y es que las personas en situación de vulnerabilidad comen disfrutando de la belleza del claustro y son atendidas por médicos, psicólogos o servicios sociales en las capillas de la iglesia, rodeadas de espléndidas imágenes que cobran todo su significado.
El obispo Javier Vilanova, siguiendo su recorrido por las entidades sociales de la archidiócesis de Barcelona, afirmó que «Santa Ana pega», un proyecto que cuenta con unos 250 voluntarios; y se mostró encantado de escuchar las explicaciones de Mn. Peio, Mn. Xavier Morlans, vicario de la parroquia y de la religiosa Vicky Molins, «no queremos hacer proselitismo sino profetismo». Según sus experiencias desde hace tantos años, las personas que acogen valoran pertenecer a un lugar y después de ser ayudados, muchos también quieren ayudar y se produce un círculo de gratuidad.
Al servicio de los demás
El servicio con el que empezar es un desayuno caliente, tan agradecido por la gente que vive en la calle. Después llega el almuerzo, todas las comidas se hacen al claustro cumpliendo todos los requisitos sanitarios. Han tenido la suerte de no tener ningún caso de Covidien. Los voluntarios aprovechan este momento para charlar con ellos y establecer unos vínculos afectivos. Se pueden conectar a la red de wifi y llevarse un tupper con la cena.
Disponen de servicios sanitarios, dos veces a la semana, que agradecen mucho; orientación psicológica, necesitan contención emocional para tantas situaciones de abusos que sufren. Y también orientación de servicios sociales, allí mismo se pueden empadronar. «Estaremos en situación de emergencia permanente al menos dos años», afirma Mn. Peio, quien reconoce que pronto veremos gente durmiendo en tiendas de campaña, como ya sucede en otras ciudades europeas.
Acompañado por los organizadores, Mons. Javier iba saludando los voluntarios y agradeciéndoles todo lo que hacen. Cuando llegó al ropero, exclamó: «¡Que gozo ver toda la ropa planchada y limpia!». Los usuarios se pueden duchar dos veces a la semana y cambiarse.
Familias que ayudan familias
Al principio, comenzaron acogiendo algunas personas sin recursos en su casa cuando estalló la pandemia y entonces la acción se aceleró. Llamadas de acompañamiento, bolsas de comida … En total han repartido más de 15 toneladas de alimentos en los últimos meses. «Pero, lo más bonito de todo es el vínculo que se establece entre nosotros, son como un miembro más de la familia, los acompañamos al médico, compartimos sus preocupaciones, muchos nos preguntan cuestiones de fe y se acercan a Cristo» , explicaba Anna Garriga, impulsora del proyecto, al obispo Vilanova, quien los alentó a seguir siendo esta Iglesia viva, que se implica y está junto a los hermanos.
Glòria Carrizosa Servitje – Secretariado de Marginación del Arzobispado de Barcelona