El claustro de Santa Ana acoge la IV Jornada Mundial de los Pobres
El Secretariado de Pastoral Social y Caritativa del Arzobispado de Barcelona celebra la fiesta haciendo un llamamiento a «superar las barreras de la indiferencia»
Celebración de la IV Jornada Mundial de los Pobres
La Iglesia ha celebrado este 15 de noviembre la IV Jornada Mundial de los Pobres, convocada por el Papa. En este contexto, el Secretariado de Pastoral Social y Caritativa del Arzobispado de Barcelona acogió el mismo domingo la celebración comunitaria de la Eucaristía y la Adoración al Santísimo. El encuentro tuvo lugar precisamente en el claustro de la parroquia Santa Ana. Precisamente, el Hospital de Campaña del centro de Barcelona, que cada día acoge gente sin techo y les da el calor de una familia y una comida, siguiendo el lema de este año: «Tiende la mano al pobre» (Si 7, 32).
La celebración se hizo a la luz del mensaje del Santo Padre, con motivo de esta IV Jornada Mundial de la Pobreza. El director del Secretariado de la Pastoral Social y Caritativa, Mn. Joan Costa fue el encargado de presidir, acompañado del rector de la parroquia de Santa Ana, Mn. Peio Sánchez, así como el vicario, Mn. Xavier Morlans y varios pastores del Arciprestazgo.
Superar las barreras de la indiferencia
En el momento de la homilía, Mn. Joan Costa expuso como el lema, supone «una invitación a la responsabilidad y un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino. Es una llamada a llevar las cargas de los más débiles». Con este propósito, exhortó a los presentes a «superar las barreras de la indiferencia». Exponiendo las palabras del Francisco recordó que la pobreza siempre asume rostros diferentes, y como «mirar Dios nos permite ver al otro con ojos nuevos. Cristo nos transforma la mirada, para ver cómo ve él».
Para romper con la indiferencia y esta incapacidad para llorar por el sufrimiento ajeno, Mn. Costa dio tres caminos. Por un lado, «Hacer nuestros los sentimientos del Padre y de Jesús». «Un Padre que ama hasta el punto de dar a su Hijo para la salvación de cada hombre», dijo. En segundo lugar, «sentirnos Iglesia y mirar a los cielos, para hacer nuestros los sentimientos de los Santos», viviendo así en profundidad la comunión de los santos y ser «islas de misericordia en medio la indiferencia», como dice el Papa. Finalmente, en tercer lugar, interpelarnos ante el sufrimiento de los hermanos. «El sufrimiento del otro constituye una llamada a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos».
Oración por descubrir el hermano
Mn. Joan Costa, animó a la oración con el Señor. Para encender su propósito, que radica en el servicio a los pobres. «Cuando miramos, descubrimos sus anhelos, sus peticiones y nos ponemos a su disponibilidad. Esta manera de orar lleva a la acción, al servicio incondicional y gratuito hacia los preferidos del Señor ». Siempre, con una actitud de esperanza, apuntando a «enderezar el corazón, estar firme y no angustiarse en tiempos de adversidad», dijo citando el Papa. Pidió que «la oración a la Madre de los pobres pueda reunir a sus hijos predilectos y a cuantos les sirven en el nombre de Cristo. Y que esta misma oración transforme la mano extendida en un abrazo de comunión y de renovada fraternidad ».
Una mano, cada día del año
Después de la adoración al Santísimo, todos juntos comieron al claustro con los favoritos del Padre. Compartieron mesa, siendo, una vez más, ejemplo de este grito que nos llega de fraternidad con el hermano. Y al día siguiente, una vez más se alargará la mano al pobre en la parroquia Santa Ana. Así, tal y como pide el Santo Padre, «no se trata de un día al año para recordarnos de los pobres, sino algo que debemos tener presente cada día, porque siempre tendremos pobreza a nuestro alrededor y siempre podemos tener una mano tendida a la otra víctima de cualquier tipo de pobreza».