El cardenalato, signo de participación en la Iglesia
Consulte el apunte histórico sobre los cardenales que ha tenido Barcelona, que ha elaborado por el historiador y canónigo de la catedral, Dr. Martí Bonet

Ha surgido una gran noticia en los ámbitos eclesiásticos: nuestro arzobispo Juan José Omella, quien sucedió en el arzobispado de Barcelona al Dr. Martínez Sistach, será creado cardenal por el papa Francisco en el próximo “consistorio” que se celebrará en Roma el día 28 de junio, vigília de San Pedro y Sant Pablo. ¡Enhorabuena por ello y felicidades a la archidiócesi de Barcelona!
Ocho son, en la historia, los cardenales de esta diócesis: Ramon Guillem de Vic (1521-1526), Silvio Passarino (1526-1529), Benet de Sala (1698-1715), Salvador Casañas i Pagés (1901-1908), Narcís Jubany (1971-1990), Ricard Maria Carles (1990-2004), Lluís Martínez Sistach (2004-2015) y ahora Juan José Omella (2016-…). Hay que remarcar la distinción que el Papa otorga a nuestro arzobispo, puesto que es el cuarto arzobispo consecutivo de Barcelona que ha recibido la dignidad de cardenal, indicio que nos lleva a creer que Barcelona posiblemente pueda ser considerada sede cardenalicia, almenos así lo parece y lo esperamos!
La función específica de los cardenales es ser los electores del obispo de Roma, o sea el Papa. Desde los inicios del cristianismo los obispos eran elegidos por el clergado de la archidiócesis y por los fieles de la misma. Por una evolución muy interesante, el clergado determinó a unos concretos electores clérigos que normalmente se llamaban canónigos en la época medieval. Aún existen diócesis en Alemania en las que su obispo es elegido por los canónigos.
En la iglesia de Roma a los electores se les denomina “cardenales”; nombre procedente de la parabra latina cardo o sea bisagra, puesto que alrededor de ella gira una puerta. Por eso los cardenales forman parte muy activa de la Iglesia, ya que no sólo son los electores de un nuevo Papa, sino también los asesores del Papa y directores en la presidencia de diferentes dicasterios (según afirma el Derecho Canónico núm. 349-359).
El clergado se divide en obispos, presbíteros y diáconos. Así pues existen cardenales obispos (de las diócesis suburbicarias de Roma y otros cargos muy especiales), cardenales presbíteros y cardenales diáconos. Así se daba el caso que el famoso cardenal Ercole Consalvi en tiempos de Napoleón o el cardenal Borbón, Luis Antonio de Toledo y Sevilla no eran ni presbíteros… Actualmente se quiere que los cardenales creados, si son sacerdotes, es bueno que se ordenen obispos; a pesar de todo se dan casos de cardenales que son simples presbíteros.
En cuanto al número: eran 24 en el siglo XV; 40 en tiempos de Pablo IV (a. 1555) y 70 en tiempos de Sixto V (a. 1585- 1590), evocando los 70 ancianos de Israel; San Juan XXIII (a. 1959) lo amplió a 85 y San Juan Pablo II a 168. Actualmente hay 121 cardenales electores y 106 cardenales que tienen 80 o más de 80 años y por lo tanto no pueden votar, o sea no son electores. Entre ellos los cardenales Martínez Sistach y Rouco Varela.
La ceremonia del 28 de junio consistirá en la entrega del anillo como compromiso de defensa de la iglesia universal católica, la entrega del capello cardenalicio, signo de la fidelidad a la Iglesia, si es preciso en tanto que martir por ella; de ahí el púrpura de sus vestidos de color sangre. Por último se les entregará el título de una iglesia romana encomendada a cada uno de los nuevos cardenales.
Óbviamente cabe decir que, más allá de las anteriores consideraciones, a nosotros que amamos la historia, el cardenalato de nuestro señor arzobispo nos da la esperanza de una Iglesia más participativa o, si quieren, más sinodal como diría el papa Francisco. El nuevo señor cardenal, seguro, que nos representará.
J. M. Martí Bonet
Canónigo de la catedral de Barcelona