El Cardenal Omella pide oraciones por la lluvia

Ante la sequía severa y las consecuencias que puede comportar el arzobispo invita a hacer oraciones en la eucaristía con la intención de que llueva

«Si no llueve, la sequía aumentará y la tierra no dará frutos». Así lo lamenta y alerta el arzobispo de Barcelona, Card. Joan Josep Omella en una carta que ha enviado a la diócesis para que las diferentes comunidades recen por pedir la lluvia. Encomendándose al Señor, se muestra esperanzado para que la oración de todos y todas «ofrezca el agua tan deseada para los campos, para los pueblos y para las ciudades».

Una amenaza para todos

Ante la sequía severa que desde hace unos meses asola el territorio, el arzobispo se ha hecho eco de esa preocupación y las consecuencias que puede acarrear. Una amenaza para «la alimentación, el equilibrio del medio ambiente y para la supervivencia de la fauna salvaje». En este sentido, expone que quiere hacer realidad, lo que proclama el Concilio Vaticano II en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual que dice: «El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también el gozo, la esperanza, la tristeza y la angustia de los discípulos de Cristo. No hay nada verdaderamente humano que no tenga eco en su corazón». (GS 1)

Hacerse eco de la sequía

Por todo ello, el cardenal Omella, recordando la cita «Lo que pedís al Padre en mi nombre yo se lo daré» (Jn 14,13), exhorta a los fieles de la archidiócesis a hacer oraciones diarias en la Eucaristía para pedir la lluvia, así como rogativas con la misma intención. «El Señor es capaz de cambiar el curso de las cosas -expone a la carta-. EI quiere contar, ciertamente, con nuestra ayuda, pero muchas veces nuestra ayuda no puede ser otra cosa que pedir insistentemente, como la viuda inoportuna de el Evangelio», añade.
Como sugerencia de oración de los fieles y en la oración personal expone: «Por la lluvia que debe llevar el agua que nuestra sociedad necesita: que Dios, providente y bueno, nos la conceda como una bendición que descienda desde el cielo hasta nosotros».
El arzobispo de Barcelona cierra la carta, con la fe de que «ojalá que de la necesidad de este agua de lluvia seamos capaces de pasar a desear, acoger, el agua viva del Espíritu que Dios concede siempre sin medida».
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