Una sonrisa para Mozambique
El misionero mercedario Juan Carlos Cabrera explica los proyectos de mejora que han desarrollado en la localidad de Xai-Xai gracias a la ayuda de Manos Unidas

P. Juan Carlos Cabrera (mercedario)
El pasado mes de febrero se inició la Campaña de Manos Unidas 2020, con el lema: «Quien más sufre el maltrato del planeta no eres tú«. El misionero mercedario Juan Carlos Cabrera vino expresamente desde Mozambique para explicar el proyecto que realiza con la ONG de la Iglesia católica.
Juan Carlos trabaja en las misiones de la Orden de la Merced. Durante nueve años estuvo en Guatemala, seis en Panamá y estos últimos diez años en Mozambique. Su tarea ha sido sobre todo acompañar y ayudar a la población de la zona donde ha sido enviado y sobre todo participar con proyectos sociales para la población.
El misionero nos cuenta cómo es su experiencia en Mozambique, donde convive con los habitantes del Barrio 2019, una población ubicada en el sur del país, en la zona de Xai Xai, donde ha podido constatar la dependencia de la población respecto al medio ambiente .
El agua de la vida
«Tenemos diez comunidades en el área rural que dependen del campo y si no llueve, no tienen comida», explica Juan Carlos. «Por lo tanto, se evidencia que quien más sufre los problemas y el deterioro del medio ambiente son aquellos que viven en el hemisferio sur». De hecho, cuando Juan Carlos llegó, la población acababa de ser trasladada a causa de una ola de inundaciones sufridas. En esta zona, el gran problema fue que no llegaba el agua.
«Las mujeres y las niñas debían recorrer hasta 25 km a pie para encontrar agua», explica. Por ello, el Juan Carlos y los hermanos mercedarios se pusieron en contacto con Manos Unidas para construir un pozo. Según explica el mercedario, se perforó un pozo de agua potable que, mediante la construcción de una torre con dos depósitos y la instalación de una bomba, canaliza el agua hasta fuentes cercanas a las casas. «Gracias al pozo, 180 familias se vieron beneficiadas. La higiene y la accesibilidad al agua mejoró, así como las condiciones de vida», añade.
Acogiendo a los más pequeños
Aunque no tengan que ir a las fuentes, las madres se levantan temprano para ir a trabajar al campo y al mercado a vender. Esta situación deja a los niños a cargo de sus hermanos. De ahí surgió la iniciativa de crear un lugar, donde poder acoger estos niños. Este espacio, que hoy en día se encarga de alfabetizar a los niños, además de las mujeres, se llevó a cabo gracias a la colaboración de Manos Unidas, que aportó dinero para la construcción del comedor y los baños .
«Acogemos niños de entre tres a cinco años. Llegan a las siete de la mañana y hablan con nosotros portugués para que aprendan la lengua y montamos un comedor donde damos comida a casi 300 niños».
Próximo proyecto: un hogar para los jóvenes
El próximo proyecto será la creación de una casa de acogida para niños y niñas. «A causa del SIDA hay muchos niños huérfanos, que se quedan en la calle», explica el hermano mercedario. Según explica, el hogar quiere ser un método de «prevención» para asegurar el futuro de los jóvenes. «Ya tenemos chicos de 16- 17 años. Desde que están con nosotros han comenzado a estudiar y han modificado cien por cien su conducta».
Poco a poco, la ayuda que llega de Manos Unidas se convierte en una acción que puede cambiar o paliar los desastres causados e, incluso, conseguir una sonrisa.