Castañada vs. Halloween

Más allá de los disfraces y las calabazas, el historiador Aamadeu Carbó nos habla sobre la festividad de Todos los Santos com un día dedicado a los difuntos

Cada año al llegar estas fechas la misma murga, es que se llenen los comercios de disfraces relacionados con el más allá, con la brujería, con los calabacines, etc. y nos exclamamos de lo que consideramos una fiesta invasora que se reproduce y se reproduce y va creciendo, creciendo año tras año.

De entrada, decir que no estoy nada de acuerdo al contraponer la castañada con el Hallowen. No tiene ningún sentido. Ni una ni otro son fiestas en sí mismas. La Castañada es un fragmento de una secuencia mucho más complejo que comprende el día de todos los Santos y el día de difuntos. Estaríamos hablando pues de la noche del 31 de octubre, 1 de noviembre y 2 de noviembre.

Ni que decir y siempre hablando en general que por la misma dinámica de la sociedad occidental toda esta liturgia popular y antigua del otoño, donde la relación del mundo de los vivos y el de los muertos es el eje central de la fiesta ha desaparecido. Varios motivos han favorecido que sea así y no de otro modo. Por ejemplo, la lenta pero continuada y efectiva laicización de la sociedad ha cambiado muchos de los contenidos de las celebraciones, muchas de ellas se han banalizado. También, el cambio de relación que desde mediados del siglo XX hemos establecido con nuestros muertos. Nuestros abuelos aún vivieron en una relación íntima con la vida y la muerte. Se nacía en casa y también se moría, sin hacer ningún tipo de aspaviento, era de lo más natural. Por lo tanto, las personas, los grupos familiares y todos ellos tenían una experiencia intensa con la vida y la muerte, lo tenían a tocar.

Actualmente venimos al mundo desde la asepsia de unas paredes hospitalarias y nos vamos de este mundo desde el impersonal ambiente de un tanatorio. Colectivamente hemos dado la espalda a los dos acontecimientos más trascendentales de una persona.

Esta relación cada vez más menguante con la muerte tiene efectos directos en cómo gestionamos, tanto individual como colectivamente, el recuerdo y la memoria de los que ya no están. Todos los Santos y el día de los difuntos daba respuesta a esta necesidad a diferentes niveles. En el cercado familiar existía y existe, aunque hay quien lo hace, toda una serie de costumbres destinados a recordar los más cercanos que ya no están y en el compendio de rituales dirigidos a este asunto está la castañada. Alrededor de la mesa toda la familia del más chico al de más edad celebraban este manjar ritual.

Cuando la castañada se desvincula de toda esta práctica, la Isola y aún más queremos darle categoría de fiesta por sí misma es cuando se convierte muy, muy débil. ¿Qué sentido tiene una comida ritual que ha perdido por el camino los elementos que le dan sentido y fuerza? Aún más débil se convierte en el momento que infantiliza la castañada. Hablo de ese momento trágico para cualquier celebración en la que los adultos nos desentendemos de su praxis y lo delegamos a los niños. La fiesta, en genérico, no entiende de edades y es por definición comunitaria y esto incluye a todos: grandes y pequeños.

Con todo esto, seguro que hay muchos más, que explicarían el hecho del arraigo del Hallowen y el retroceso de la Castañada.
El Hallowen ha encontrado el campo abonado para crecer y reproducirse. Eso sí, y hay que decirlo, determinados medios de comunicación han ayudado, establecimientos de ocio, grandes almacenes y comercios han encontrado en esta celebración la manera de hacer el agosto a octubre y eso en mi opinión ha sido un los factores más determinants.Hoy más cuando hemos convertido consumidores de ocio acrítico, lo de que me lo den hecho.

La insistencia en escaparates, anuncios, decoraciones, mensajes con la promesa de unas experiencias de ocio, que no festivas, inolvidables, intensas, únicas aparentemente han ganado por goleada a las humildes y austeras castañadas debilitadas y desnudas de su continente natural que es la celebración de la fiesta de Todos los Santos y el día de Difuntos.

Aunque estoy convencido de que si hiciéramos un estudio a fondo sobre las costumbres que se celebran de lo que queda de la Celebración de Todos los Santos, la comida de la castañada aún presidiría este día, eso sí sin la contribución de los altavoces, los focos de luces de colores, los anuncios televisivos, parques de atracciones … sólo por la voluntad popular.

Amadeu Carbó.

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