Cardenal. Omella: «Pidamos al Señor que nos haga instrumentos de Paz»
El arzobispo de Barcelona preside la ceremonia de consagración de la humanidad, particularmente de Ucrania y Rusia en la Catedral de Barcelona
Fotografies: Catedral de Barcelona (Guillem F. Gel.)
Este pasado viernes, 25 de marzo, en la fiesta de la Anunciación del Señor y convocados por el papa Francisco, la Iglesia se unió en el acto de Consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María. El arzobispo de Barcelona, el Cardenal Joan Josep Omella presidió la oración en la Catedral de Barcelona y exhortó a la feligresía a «ser instrumentos de paz», en medio de la sociedad.
Convocatoria en la Iglesia universal
Todos los obispos y sacerdotes del mundo se sumaron este viernes, después de la celebración de la Eucaristía, al papa Francisco en la oración de consagración de la humanidad, pedida especialmente para Rusia y Ucrania. Tal y como dijo el Papa, «un gesto de la Iglesia universal, que en este momento dramático lleva a Dios, por mediación de la Madre suya y nuestra, el grito de dolor de quienes sufren e imploran el fin de la violencia, y confía el futuro de la humanidad en la Reina de la paz».
«Seamos instrumentos de paz»
«Hemos consagrado nuestras vidas y la humanidad entera en el Corazón de María, ella que engendró a Jesús, el Hijo de Dios, príncipe de la Paz», dijo Omella, previamente a la oración de la consagración. Destacó el contexto actual, en el que la paz «está frágil y tocada». Una «situación de impotencia» ante la que el arzobispo de Barcelona exhortó a mirar a María y «ser instrumentos de paz» .
«En Ucrania y Rusia hay guerra, pero miramos a nuestro alrededor, también hay guerra en las enemistades, las tensiones, los desprecios, los insultos… el odio. Pidamos al Señor que nos cambie el corazón y nos haga instrumentos de Paz».
Omella expuso cómo «siendo hombres y mujeres de paz, cambiamos el mundo y ponemos paz a nuestro alrededor» e instó a rezar a Jesucristo, «Príncipe de la Paz». Como ejemplo de entrega mencionó el testimonio de la religiosa Gloria Cecilia Narváez, secuestrada por Al Qaeda, quien nunca desfalleció en su compromiso con Dios.
Consagración
Despés de la Santa Misa, el cardenal se dirigió al coro del templo, desde donde se rezó el Santo Rosario y, a continuación, se pronunció oración de Consagración.