Card. Omella: «Vosotros sois la Iglesia que, siguiendo a Jesús, da signos de comunión y amor»
El arzobispo de Barcelona se reúne con las entidades sociales de la archidiócesis para exponer el testigo de este último año en plena pandemia
Fotografías: Ramon Ripoll
«¿Dónde es Dios cuando hay tanto sufrimiento? En vuestra acción, vosotros hacéis milagros en vuestra dedicación, en vuestro amor, los tratáis como hermanos. Vosotros sois la Iglesia que, siguiendo los pasos de Jesús, da signos de comunión, signos de amor». Así es dirigió el cardenal Joan José Omella a los representantes de dieciocho entidades sociales de la Iglesia para agradecerlos la dedicación de este año. Un año, especialmente llevar, agraviado por la gran crisis sanitaria y económica provocada por el Covid 19, que ha provocado un aumento de gente necesitada.
El año pasado el encuentro fue virtual y, este año, se pudo hacer presencial, el 27 de abril al Seminario de Barcelona. Estubieron presentes el obispo Mons. Javier Vilanova, que se refirió en el Plan Pastoral Diocesano dedicado a la pobreza. También estuvieron presentes el delegado del Secretariado de Pastoral Social, Mn. Joan Costa, así como, el delegado del Secretariado de Marginación, Ángel Zambrana, impulsores de esta iniciativa para establecer lazos de comunión entre los representantes de la acción social de la Iglesia.
Apostolado y fraternidad
El obispo Vilanova destacó la vida de apostolado y fraternidad. «Los últimos meses he conocido varias entidades y qué alegría ver como los recibís, como hermanos», dijo. Destacó la importancia de la coordinación en el ámbito diocesano «para llegar más lejos y dar más frutos» y el gran tesoro del voluntariado que se ha rejuvenecido. Todo esto, de la mano de la solidaridad de tanta gente que ha proporcionado ayuda material, pero también humana. «Con el lenguaje del amor los habéis hecho crecer como personas, y al sentirse estimados ellos pueden acontecer instrumentos y después ayudar a otros», dijo Vilanova.
«Flores de la pandemia»
Las diversas entidades que explicaron sus vivencias de los últimos doce meses, no se quedaron solo con los problemas, sino que quisieron destacar historias de esperanza. Entre estas, las Hermanitas del Cordero, que viven en la iglesia de San Jaime y son contemplativas y su deseo es compartir la plegaria, día y noche, con quien lo quiera. Tal como explicaron, ofrecen amistad y fraternidad, y si antes tenían su mesa abierta por más de ciento personas, ahora van al encuentro del pobre por la calle y le llevan comer y conversación
La mayoría se han tenido que reinventar y adaptarse a las nuevas necesidades. Es el caso de la Fundación Asís, al barrio de Sarriá. Hicieron 1.800 kits de limpieza, y se encontraron con un gran aumento de la emergencia alimentaria. Un 70% eran mujeres con hijos. «Hemos podido abrir dos centros por mujeres sin hogar, y es reconfortante ver como se implican, un par de chicas atendidas han decorado tan bonitas las habitaciones por ellas y por las que vendrán», explica su director J. Ruiz.
Las hermanas Oblatas y las Adoratrices explicaron sus vivencias, con las mujeres que acogen, víctimas de la prostitución y del tráfico de seres humanos. «Hemos compartido con ellas la experiencia de fragilidad. La Covid ha evidenciado la desigualdad y la pobreza extrema, la mayoría de mujeres como están en situación irregular no reciben ningún tipo de prestación económica, pero han estado muy resilientes, se han ayudado entre ellas», destaca Puri, oblata.
«Solidaridad imparable»
Desde la Fundación Arrels, vivieron con gran preocupación que cuando estalló el virus, la gente de la calle no quería ir a los espacios que había habilitado el ayuntamiento. Decidieron no cerrar, y seguir ofreciendo el servicio de duchas, baños y comidas que los distribuían los restaurantes. «Si ha estado llevar por nosotros, imagináis la gente de la calle, pero el movimiento de solidaridad ha estado imparable». Así lo destacó Betriu, la cual destacó el reencuentro del Pietro con su familia en Italia, que hicieron posible desde la entidad.
El responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Barcelona, Jaume Castro, se refirió al gran sufrimiento de los ancianos en las residencias. «La joya que han experimentado cuando hemos podido visitar los ancianos en sus casas. Habló del aumento del voluntariado entre los jóvenes, hecho en qué coincidieron muchas entidades, «que quieren hacer el bien y en los pobres encuentran Jesús».
Desde la Fundación Migra Studium, dedicada a personas migrantes, la mayoría en situación irregurlar, Pau Vidal destacó que creado una red de espiritualidad. Así, se ha permitido acoger veinte personas en comunidades religiosas y en familias.
Por otro lado, Gerardo, voluntario del Apostolado de Mar, Stella Maris aseguró que este año, la gente de mar se ha sentido atrapada sin poder bajar a tierra. «Han agraít tanto que los hemos escuchado, los hemos puesto en contacto con las familias, los hemos conseguido medicinas, ojeras».
Historias enriquecedoras
Tantas historias de solidaridad, tanto enriquecedoras, que no hay bastante espacio para explicarlas. En su intervención, el cardenal Omella después de escuchar agradeció todas las experiencias explicaques. Tal como dijo, «después de escuchar tantos requiebros y descubrir la riqueza de la tarea cotidiana que hacéis cada día con la gente sencilla, y de tanta solidaridad por parte de la población, puedo decir que hay unas profundas raíces de humanidad en nuestro mundo».
También, participaron Josep Vidal de OBA (Organización Benéfico- Asistencial); I. Lupon de OBINSO; J. Masabeu de Braval; V. Molins de Hospital de Campaña Santa Anna, la asociación Dicho y Hecho; J. Prieto de Sant Joan de Dios; C. González de obras sociales Teresianas; L. Garcia de la Obra Social Sta. Lluïsa de Marillac; J. Carod del SEPAP; y M. Hernandez de la asociación Montalegre.
Finalmente, agradeció a todos su implicación y los animó a seguir siendo apóstoles y trabajar en comunión. El acto se acabó con el canto del Virolai.
Glòria Carrizosa Servitje
Secretariado diocesano de marginación