4 DE SEPTIEMBRE
Virgen de la Consolación

Esta advocación nació, como tantas, durante la Edad Media, y la propagaron los religiosos agustinos, que desde el siglo XIII rezan a la Virgen de la Consolación la ‘coronilla’: como un rosario basado en los 13 artículos del credo. La advocación invita a mirar a María como auxilio, socorro, refugio, consuelo, fortaleza de los que sufren… en lo que creemos. Para reforzarla, la tradición agustiniana hizo que la misma Virgen se apareciera a santa Mónica, madre de San Agustín, su fundador, para consolarla por su hijo descarriado. La imagen está derecha, coronada de estrellas, con el hijo en brazos y alargando la correa a sus devotos, para que lo cojan, bien fuerte, como signo de salvación.
En el convento de los agustinos de Barcelona, primero en el Convento Viejo -cerca de la calle del Rec (con curtidurías los peleteros) – y luego al del Raval, la advocación estaba muy arraigada, también con el nombre de la Virgen de la Correa: las madres llevaban los niños reacios y de mal genio para hacerlos más dóciles. Hacían la novena y ponían a la cintura de los niños una correa, que venían a la propia iglesia.
En septiembre, el enfermo tiemble