El Cardenal Arzobispo de Barcelona, Dr. Lluís Martínez Sistach, ha sido invitado a dar la conferencia inaugural del “Congreso de Estudios sobre la Comunidad Política y la Iglesia a 50 años del Concilio Vaticano II”, que llevará por título “Intuiciones del Concilio Vaticano II y problemas de hoy entre las relaciones Iglesia-comunidad política”. El acto, que tendrá lugar el próximo viernes 16 de mayo a las en “La Sapienza” de Roma, contará también con la entrega de un volumen de escritos jurídicos en honor del Cardenal Agostino Vallini, Vicario de Roma.
Ponencia del Cardenal Sistach
En la conferencia de apertura del Congreso, el Arzobispo de Barcelona hablará sobre laicado y laicismo: “El hecho religioso está presente en la sociedad y el Estado no puede ignorarlo. Pretender que un Estado laico deba actuar como si este hecho religioso, incluso como cuerpo social organizado no existiese, equivale situarse al margen de la realidad. El problema fundamental del laicismo, que excluye del ámbito público la dimensión religiosa, consiste en que piensa y quiere organizar la sociedad que no existe, que no es sociedad real. La creencia y la increencia son objetos de una opción que los ciudadanos ha de realizar en la sociedad y esto configura una sociedad pluralista desde el punto de vista religioso”.
Comunidad política y Iglesia. Programa del Congreso
En una sociedad de carácter pluralista, debe haber una justa visión de las relaciones entre comunidad política e Iglesia. Es necesaria una distinción clara entre las acciones que los fieles, individualmente o en grupo hacen en nombre propio, como ciudadanos, guiados de su propia consciencia cristiana, y las acciones y manifestaciones en nombre de la Iglesia que hacen en comunión con sus obispos y pastores.
La Iglesia, en razón de su misión y de sus competencias, no se puede confundir de ningún modo con la comunidad política ya que no está ligada a ningún sistema político. Por otro lado la Iglesia es signo de salvaguarda del carácter transcendente de las personas.
Comunidad política y Iglesia son independientes y autónomos el uno del otro en sus respectivos campos, pero ambas, aunque de forma diversa, están al servicio de la vocación personal y social de los mismos hombres. El hombre no está limitado solo en su horizonte personal sino que vive la historia humana y conserva íntegramente su vocación eterna.
En cuanto a la Iglesia, fundada en el amor del Redentor , contribuye a extender el radio de su acción de justicia y amor en el interior de cada una de las naciones y entre ellas, predicando la verdad evangélica y iluminando a todos los sectores de la actividad humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos. De esta manera, la Iglesia respeta y promueve también la libertad política y la responsabilidad ciudadana.
Barcelona,